La Presidenta
Cristina Fernández de Kirchner presentó ayer los proyectos de ley para la Democratización
de la Justicia.
Más
participación popular, más y mejor acceso a la información judicial, más
agilidad y modernización del sistema legal argentino; en definitiva, más
república y más democracia.
Estuvieron presentes,
el presidente de la Corte Suprema, los más importantes funcionarios judiciales
y juristas del país y centenares de dignos y honrados aplaudidores de una democracia cada vez más
inclusiva y justa.
Estuvieron
ausentes, como en casi todos los momentos trascendentales del país, los
principales dirigentes opositores. Una pena.
Queremos
subrayar el énfasis que puso Cristina en la transparencia que necesitan las
acciones de los tres poderes del Estado, en la información judicial en general
y en el seguimiento de las declaraciones juradas de los funcionarios, en
particular.
Se acabó el
oscurantismo en la Argentina.
El
verdadero negocio de la justicia cautelar, ese dique contra la justicia
legítima, fue puesto en cuestionamiento.
La elección
por voto popular del Consejo de la Magistratura será un salto maravilloso, así
como la incorporación interdisciplinaria del mismo y el acceso a los cargos por
concurso y no por acomodos.
Que tiemble
la corporación judicial, señores. Y que todas las corporaciones vayan poniendo
sus barbas en remojo.
¿Pero cuál
es la noticia principal para nosotros, ciudadanos de a pie?
Que la
Argentina profundiza su democracia a horas de sufrir una de las peores tragedias
de los últimos años.
¿Saben
porqué? Porque el mundo viene demostrando, lamentablemente, que cuando ocurre
una tragedia como la que sufrimos nosotros, los países con democracias
tuteladas por los factores de poder concentrado, achican los derechos
ciudadanos, no los expanden.
Todo ajuste
se explica mejor después de una tragedia. Suena fiero, pero así era la
Argentina antes del 2003. ¿O no lo recordamos?
Las
guerras, los conflictos raciales y las catástrofes ambientales siempre fueron
utilizados para hacer más dura e injusta la vida de la sociedad.
En nuestro
país, sucede lo contrario.
Con un
fuerte llamado a la participación social, Cristina condenó todo acto de
violencia, venga de quien venga. Sean los que quisieron dejarnos sin
combustibles en medio del temporal, como la patota que atacó a los pibes de La
Cámpora por el pecado de ser solidarios.
“Merecemos
jueces y juezas decididos a jugarse la vida por una mejor democracia”, fue un
campanazo presidencial que ojala sea escuchado por todos.
La batalla
cultural es ahora la batalla por la democratización de la justicia.
La impunidad
entró en tiempo de descuento.
El Argentino, martes 9 de abril de 2013
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