Primera
imagen.
La
Argentina fue sacudida en los últimos días por un terrible temporal que cayó
sobre la Plata y la Ciudad de Buenos Aires.
Desbordaron
los arroyos, los desagües y las alcantarillas, con su secuela de muertos y
victimas, a las que lamentaremos por el resto de nuestras vidas.
Como toda
tragedia, hay que decirlo, dejó al trasluz las cualidades de la sociedad en sus
diferentes expresiones.
El Estado
nacional está presente y la solidaridad social también.
“Acercame
esa cámara ahí chango”, diría un viejo periodista de TV.
Lo que
estamos viendo en vivo y en directo en este preciso instante es un pibe flaco y
desgarbado de veinte y pico de años que luce la pechera de La Cámpora,
repasando la cuadrícula de los barrios más afectados para reforzarlos con más
agua, colchones y comida caliente. Se acerca otro flaco tan joven como él a la
mesa de trabajo, se saludan amigablemente y combinan juntos la prioridad del
momento. Pero este último flaco no luce ninguna pechera partidaria, sino que
viste el uniforme del Ejército Argentino.
Sucedió en
La Plata. Nos ponemos de pie y aplaudimos.
El que no
se de cuenta que ya estamos viviendo en un nuevo país, se está perdiendo uno de los momentos más sublimes de la
historia de este pueblo.
Segunda
imagen.
El Congreso
de la Nación empezó a debatir los proyectos de ley enviados por Cristina para
la Democratización de la Justicia. El último bastión conservador y anquilosado
del viejo país enquistado en el Estado, está a punto de caer vencido.
La sociedad,
hay que recordarlo, llegó al hastío total la tarde aquella que el tribunal
tucumano que juzgaba en el caso del secuestro de Marita Verón, terminó por liberar
a todos los culpables del delito de trata. La indignación, entonces, encendió la mecha de la vergüenza
ciudadana.
Pues bien,
esta batería de leyes busca reparar esa indignidad y crear los puentes
necesarios para acercar la justicia al pueblo y viceversa.
¿Y dónde
estaba la oposición política ayer?
Estaba ausente nuevamente de los grandes temas y asistiendo al fin del endeble entramado que habían logrado amontonar alrededor de Hermes Binner y el radicalismo. No aprendieron nada. Están en cualquiera, enfrascados en un enfermizo internismo partidario mientras la sociedad se organiza solidariamente en el territorio y las instituciones debaten y construyen la mejor justicia para el siglo XXI.
Estaba ausente nuevamente de los grandes temas y asistiendo al fin del endeble entramado que habían logrado amontonar alrededor de Hermes Binner y el radicalismo. No aprendieron nada. Están en cualquiera, enfrascados en un enfermizo internismo partidario mientras la sociedad se organiza solidariamente en el territorio y las instituciones debaten y construyen la mejor justicia para el siglo XXI.
Ni ellos ni
Macri entienden que lo que se mueve no es el kirchnerismo. Solamente.
Es la
sociedad la que se movió de lugar para construir un país más justo.
Los únicos
que quedaron petrificados, cual estatuas de sal, son los opositores.
Y ya se
sabe, la sal es perjudicial para la salud.
El Argentino, jueves 11 de abril de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario