Venezuela nos duele y nos conmueve.
Los muertos siempre los pone el pueblo. La derecha sólo pone el odio y
la violencia. Es una constante en la historia de la Patria Grande. Aunque el
analfabetismo político de algunos noticieros y dirigentes opositores, cuando no
la mala fe, pretendan igualar la responsabilidad del golpe que intentaron los
derrotados en las urnas el domingo pasado.
Los que llamaron a la cacerola del odio y la desesperanza son los
únicos violentos. Tendrá que rendir cuentas ante la justicia de su país, el
candidato Capriles.
Nos conmueve la actitud mesurada,
inteligente y sabia del gobierno chavista del presidente Maduro.
Los movimientos populares garantizan la paz en nuestros pueblos, es la
otra constante de la historia. Y es lo que se está demostrando en estas horas
de luto y dolor por semejante salvajismo de los opositores en la hermana
Venezuela.
En la Argentina,mientras tanto, un nuevo golpe mediático acaba de
naufragar.
La hoja de ruta destituyente se encontró con un problema inesperado. Y no lo puede resolver.
El cazador, supongamos que se llame Lanata, ha sido cazado en su propia
red.
El asunto, dicen los que saben, es que habrían montado una operación
mediática para robustecer la convocatoria de mañana jueves por parte del Grupo
A;o sea, la Unión Democrática bis; o sea, el Grupo Clarín y La Nación; todos
juntos bajo el mote de “independientes” e “indignados caceroleros”.
Había que agitar el avispero para inculpar al kirchnerismo y motivar
así la convocatoria a la marcha opositora.
La democratización de la justicia impulsada por el gobierno fue la gota
que rebalsó la paciencia del alto mando opositor; no hablamos del que asienta
su osamenta en el Congreso, sino en el poderoso monopolio mediático y sucursales afines.
Husmearon en los archivos que tenían y decidieron salir con un programa
dominguero que hace de nave insignia en el guion de la agenda para toda la semana.
Rodaron nombres y cabezas, se habló de lavado de dinero y adyacencias,
se intentó salpicar al gobierno, se agitaron las aguas acá mientras su candidato
en Venezuela, ese tal Henríquez Capriles, llamaba a incendiar el territorio.
Pero lo imprevisto sucede. El presunto denunciante, Leonardo Fariña, se
presentó ante las cámaras y confesó que él siempre supo que lo estaban filmando
y por eso se mandó con una novela de ficción para entramparlo a Lanata.
Un circo total. Un verdadero “enchastro”, diría al filósofo macrista de
la patronal rural.
La democratización de la justicia avanza en el Congreso; la oposición
sigue empantanada y la Presidenta presentó ayer los avances en la gestión de los
residuos sólidos urbanos.
O sea, la vida continúa.
El Argentino, miércoles 17 de
abril de 2013
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