Advertencia:
esta prosa es una prosa que viene desgarrada.
Carga sobre
sus espaldas un infinito dolor por los muertos en La Plata y en la Ciudad de
Buenos Aires y por la gente que perdió su casa, sus fotos, su cocina, su
televisor, sus libros, sus recuerdos.
Pero
también carga con una indignación que
corroe las entrañas por la feroz desidia de la gestión de Mauricio Macri y por
todo lo que falta construir como país inclusivo.
“Yo se que
ahora vendrán caras extrañas con su limosna de alivio a mi tormento” podrían
susurrar miles de compatriotas en estas horas.
Y los
funcionarios del gobierno del PRO son caras extrañas en este dolor colectivo.
Sabemos que
la urgencia es una sola: ayudar, colaborar, mitigar, reparar, cobijar al
prójimo. Sumarse a los pibes de La Cámpora que trabajan a destajo en los
barrios más humildes, así como sumarse a los voluntarios de distintas fuerzas
políticas y sociales que estuvieron allí donde manda la angustia del desamparo
en circunstancias dramáticas como esta.
Y también sabemos
que es aconsejable no hacer más olas, ni echar culpas a nadie, ni hay que “politizar”
semejante drama.
Pero aun
sabiéndolo nos negamos a calificar las causas como consecuencias directas de
una catástrofe ambiental.
Hagamos
algunas reflexiones, apenas desde el sentido común.
Lo ocurrido
en La Plata puede ser considerada una tragedia ambiental por la caída literal
del cielo en pocas horas. Pero si el Servicio Meteorológico Nacional advirtió
un día antes que la lluvia caería sobre la Capital, ¿alguien podría
sensatamente explicar porqué Macri no ordenó sacar a operarios, a funcionarios,
a la policía metropolitana a limpiar las alcantarillas, los sumideros, las
bocas de tormenta siempre tapadas de hojas y basuras?
Y si sabían
con anticipación que llovería así ¿por qué no llamaron de inmediato a
conferencia de prensa para alertar a la población y brindar instrucciones que
ayuden a enfrentar el temporal? ¿O sólo saben hablar después de ocurrido el
drama?
Si Macri
sabía que esto podría suceder en cualquier momento ¿por qué se fue de
vacaciones a Brasil? ¿Y porqué rompió la Avenida 9 de Julio sacando árboles y
espacios verdes en una ciudad que necesita de ellos como esponjas de absorción
ante la ausencia de obra pública durante toda su gestión?
Se dirá que
es tarde para lágrimas y reproches. Pero nunca es tarde.
Por que las
lluvias continuarán y el cambio climático llegó para quedarse.
Y porque
habrá que pensar mejor a la hora de elegir gobernantes que piensen en la gente
antes que en ellos mismos.
La imagen
de la Presidenta recorriendo las calles inundadas de La Plata y la Ciudad es el
único espejo válido.
Lo demás es
espejismo. Y duelo.
El Argentino, jueves 4 de abril de 2013
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