viernes, 26 de abril de 2013

Un abrazo que alumbra el continente



El abrazo de ayer entre Cristina y Dilma resume como pocos el evento mayor de nuestra historia continental: la unidad, la solidaridad y la organización de la Patria Grande.
Por ahí pasa la estrategia en esta etapa. Vamos bien así.
Pero ojo: la batalla política-cultural está en pleno desarrollo a escala planetaria.
América Latina profundiza las conquistas sociales de este siglo XXI y Europa sigue hundida en el barro neoliberal del pasado siglo XX.
Pobre España.
Mientras tanto el Bloque kirchnerista en Diputados logró finalmente una clara victoria aprobando los proyectos de ley remitidos por el Poder Ejecutivo para la democratización de la justicia.
¿Y qué hizo el grueso de la oposición?
Con la ayuda del Grupo Clarín y medios asociados, ensució su derrota y de manera indigna para un buen demócrata, simuló un escándalo y se fue del recinto cuando febo asomaba atrás de las cortinas. 
Como un equipo tramposo se fueron de la cancha reclamando un penal que no existió.
Así no se juega. Porque a la falta de credibilidad que ya vienen arrastrando, habrá que sumar en adelante la siguiente presunción:
Cada vez que pierdan una votación legislativa o las elecciones generales; o que no encuentren la puerta de salida ni enciendan una luz que les ilumine una propuesta superadora, actuarán de igual modo, haciendo aparecer una derrota propia como un accidente, como un escándalo, como una emboscada, como si un rayo kirchnerista cayera a plena luz del nuevo día.
¿O no es esto acaso lo que sucedió en el amanecer de ayer en la larga sesión de Diputados?
No habría que soslayar un dato no menor: el fracaso estrepitoso de la oposición mediática que bregó para montar una carpa, ganar la calle y quedarse el tiempo necesario para derrotar al gobierno de Cristina.
Ni todos juntos llegaron a completar una cuadra frente al Congreso.
¿Por qué pasa todo esto? Quizá porque el principio de realidad, violado permanentemente por los exabruptos de la dirigencia opositora y el extremo derecho de los caceroleros, desbordó la paciencia de los más cuerdos.  
Llamaron “dictadura” a un gobierno de la democracia, como gritó el diputado opositor Ulises Forte en la sesión.
Terminaron ellos pareciendo fascistas.
Los radicales se superan sólo entre ellos.
Al deseo sincerado por Sanz para que se derrumbe la economía argentina, le siguió el discurso de Aguad ofendiendo a los millones de ciudadanos que se identifican con Cristina.
En las antípodas está el mensaje del diputado Horacio Pietragalla.  
“Caradura” le gritó a Forte, “vos no sufriste la dictadura; a mi me desaparecieron a mis viejos y me robaron 20 años de mi vida”.  
La democracia está asegurada. La dignidad también. 

El Argentino, viernes 26 de abril de 2013


1 comentario:

Anónimo dijo...

Jorge, muy bueno tu comentario, pero me preocupa con lo que estan amenazando ahora: con presentar cautelares y judicializar al maximo, para impedir la ley. Como lo mismo que hacen hace tres años con la ley de Medios.

Nelson