domingo, 27 de mayo de 2012

La patria arrebatada y después




El 27 de Mayo de 1810 la Primera Junta envió una Circular a los pueblos del interior para que designen sus representantes.   
La Revolución afirmaba su carácter revolucionario antes que declararse independiente.   Nacía como se nace siempre, con restos de placenta vieja, difusa, contradictoria y compleja. Pero nacía.
En su interior convivían y pugnaban a la vez, fuerzas antagónicas.
Algunos se conformaban con cambiar al virrey, sin modificar la estructura colonial.
Rivadavia, el adelantado de Martínez de Hoz, asomaba tenebroso.
Otros, como Moreno, Belgrano y Castelli, aceleraban los pasos para transformar la economía, difundir el ideario revolucionario que cruzaba a Europa y al nuevo continente y abrazar desde el pie a nuestros paisanos, los indios.
Fue un quiebre en la historia. 
Y maduraría seis años después, en Tucumán.
Primero hicimos la revolución. Después, la independencia.
Valga este contexto como homenaje a Mayo, pero también como campo de estudio para entender mejor los tiempos que vivimos doscientos años después.
Aquel fue un proceso complejo que galopó toda la América criolla.
De nada valieron los intentos conservadores para tirar hacia atrás el carro de la historia.
El historiador oficial, Bartolomé Mitre, “el único prócer que dejó un diario de guardaespaldas”, según Homero Manzi, nos relató una falsa memoria para confundirnos. Y sólo nos demoró.  
La Revolución nos hizo libres y fuimos desde entonces una nación y un pueblo.
En el siglo 20 el punto de quiebre fue el 17 de octubre de 1945.
Ese día los trabajadores y las clases populares sublevaron la patria para rescatarla del abismo al que la sometían las minorías del odio y el privilegio.
Y nació el peronismo y emergió un líder: Perón.
También fue un proceso complejo y contradictorio. Con virtudes y agachadas a las que Evita denunciaba con pasión y rebeldía.  
La hondura de las transformaciones estructurales que experimentó el Estado y la vida de los argentinos tuvieron su contra espejo en la violencia reaccionaria de las dictaduras que se sucederían desde 1955.
La resistencia y su después harían nacer, quizás, un fruto prematuro. 
El terrorismo de estado instaurado el 24 de marzo de 1976 superó en crímenes y horror   todos los revanchismos de las clases dominantes; su largo brazo incidiría en los primeros 20 años de la democracia recuperada en 1983, impunidad mediante.   
Hasta el quiebre amargo de aquel 19 y 20 de diciembre del 2001. 
Era la historia en carne viva.
El 2002 fue la delgada línea roja entre lo viejo y lo nuevo, entre el Puente Avellaneda y la sangre derramada por Kosteki y Santillán.
La juventud, de nuevo, abría el paso a la historia.
El quiebre definitivo comenzaría a andar con Néstor Kirchner jugando con el bastón presidencial el 25 de Mayo de 2003. Otra historia comenzaba, con sus contradicciones, avances y retrocesos y complejidades.   
Porque el gobierno de Kirchner no fue la culminación victoriosa de un país en crecimiento. No bajaba de Sierra Maestra, sino modestamente del 22 % de los votos y de un país incendiado por la crisis más letal de su historia.
Así empezó todo.   
¿Es casualidad o causalidad de la historia que el marco donde se desenvuelven estos procesos lo configura siempre una Europa hundida en una crisis global y una América Latina cruzada por los mismos vientos de cambio que soplan desde su origen?     
Todo un detalle para apreciar cada vez que se estudie nuestra historia.    
Ya se no me digas, tenés razón…la historia no se repite, pero hay un devenir dialéctico que construyen los pueblos cuando se deciden andar.
Luego vendrían los quiebres del Bicentenario en las anchas avenidas llenas de pueblo y el “Gracias Néstor, Fuerza Cristina”, muriendo y naciendo al mismo tiempo.
Y después, ahora, vendría lo mejor.  
Porque es ahora cuando la comandancia civil de la dictadura se sienta al banquillo de los acusados.
Es ahora cuando recuperamos los resortes básicos de nuestra soberanía energética.
Cuando el Estado recupera la plena potestad sobre los ferrocarriles.
Cuando ponemos a prueba la fortaleza del proyecto nacional, popular y democrático, asumiendo sus conquistas y acumulando masa crítica para los cambios que faltan.
Cuando el monopolio Clarín se enfrenta cara a cara con la democracia y sabe que la política es la que marca la cancha en representación del pueblo.
Es ahora cuando una oposición timorata debe decidir si se queda girando en torno a los  fantasmas del pasado o acomete la travesía de ahondar este curso histórico.
El kirchnerismo es un parte aguas en la historia del país.  
No admitirlo ni entenderlo así es seguir dando vueltas la noria por el lado de la derecha o por el de la progresía. Y si una cualidad relevante tiene este proceso transformador es justamente ese: que es un proceso abierto y no un punto de llegada a una estación cerrada. Por eso se suceden los cambios y medidas, una tras otra, ininterrumpidamente.
El fallo de la Corte Suprema poniéndole plazos al Grupo Clarín para desarmarse antes del 7 de diciembre es todo un signo de vitalidad de esta nueva etapa que vivimos. Hay que entenderlo así, sin la ambigüedad chicata del que sólo se conforma con el 100 % de las cosas. Es una medida que va en el mismo sentido de los vientos. No transforma la realidad per se, sino que la incluye, la acepta, la asume y le pone plazos a los que aun pretenden torcer la rueda de la historia.
Entonces, no hay tiempo para el descanso ni la melancolía.
Es ahora cuando el tiempo vence a la sangre de una vez y para siempre.  
La juventud toma las banderas y el timón, ayuda a la capitanía de la nave madre, limpia las cubiertas, alza las velas, custodia el rumbo, acelera la marcha disparando ideas, argumentos, sueños y nuevas utopías.
Escribimos estas líneas alborotadas en el vuelo que nos trae de regreso del Acto patrio en Bariloche.
El calor popular en esas calles y las palabras de Cristina devolviendo la patria arrebatada a los argentinos, nos invitan a una conclusión final:
Parece que esta vez, la Revolución llegó para quedarse.

Miradas al Sur, domingo 27 de mayo de 2012



3 comentarios:

apoo dijo...

¡Así es, y así sea!

Nelson de Congreso dijo...

Cuando los pibes empezaron a cantar en Bariloche, al comenzar a hablar Cristina, ella se paró y dijo: "No imagino un acto sin ustedes ahi". Esta es la clave del kirchnerismo, como de los restantes movimientos de liberación hoy mismo en América Latina: el acompañamiento de las masas populares, compuestas en enorme número por jóvenes. A esos pibes los pude descubrir en ese dia tragico del 27 de Octubre de 2010, en la Plaza de Mayo. No venian a llorar a un muerto. No venían a honrar a un caido. Venian a decir: "ACA NO SE RINDE NADIE".

Nelson de Congreso

Nelson de Congreso dijo...

Cuando los pibes empezaron a cantar en Bariloche, al comenzar a hablar Cristina, ella se paró y dijo: "No imagino un acto sin ustedes ahi". Esta es la clave del kirchnerismo, como de los restantes movimientos de liberación hoy mismo en América Latina: el acompañamiento de las masas populares, compuestas en enorme número por jóvenes. A esos pibes los pude descubrir en ese dia tragico del 27 de Octubre de 2010, en la Plaza de Mayo. No venian a llorar a un muerto. No venían a honrar a un caido. Venian a decir: "ACA NO SE RINDE NADIE".

Nelson de Congreso