La Presidenta está en Angola.
Acá a la vuelta nomás.
Dicen que Angola limita con Namibia, Zambia, el Congo y
cruzando el océano Atlántico, limita con Porto Alegre, Florianópolis, Salvador
de Bahía, con La Matanza, La Salada, Tucumán, Paraná, Caballito, La Boca y la
lista sigue.
Angola es el África y es el Tercer Mundo y es el Sur del
planeta.
Parece una paradoja, pero la comitiva que acompaña a
Cristina está más cerca de nuestros intereses nacionales y populares estando a
10 mil kilómetros de distancia, que lo que está Mauricio Macri durmiendo en un
apart hotel de Recoleta.
La ciudad más rica de Argentina, mi Buenos Aires querido, es
una maqueta viviente del país injusto que dejamos atrás. Un enclave del pasado.
Una cuña que duele en esos subtes desamparados por este jefe procesado que nos
da vergüenza ajena.
¡Que no se enteren en Angola que tenemos un alcalde tan
inepto en estas pampas!
La amistad con África es otra expresión de los nuevos paradigmas
en esta etapa de la historia.
Además de favorecer ampliamente a nuestro mercado interno y
externo, el intercambio con Angola está indicando que el espacio donde abreva
el modelo de desarrollo con inclusión social está entre nosotros, en América
Latina y en el Sur del mundo.
El viejo sueño de establecer y consolidar la relación
Sur-Sur entre los países llamados emergentes, es hoy una realidad.
No importa que nosotros hablemos en argentino-español y
ellos en portugués, umbundu, kimbundu, kikongo, kwanyama y otras lenguas bantús
y khoisan. Importa que nos necesitemos mutuamente para seguir creciendo en un
mundo llamado desarrollado que se vino a pique.
Brasil, con Lula y con Dilma, laboran esta integración desde
hace rato.
Quizá la antigua Angola, con sus hombres y mujeres
esclavizados y trasladados encadenados hasta el antiguo Brasil tenga mucho para
enseñarnos con su Capoeira.
Esa mezcla de danza, ritual y lucha fue la forma de resguardar
y clandestinizar la identidad de la negritud ante el colonizador esclavista.
Por eso la Capoeira es el baile de la resistencia negra.
Es posible ver aún hoy en una movilización del PT o del
Movimiento Sin Tierra abrirse de pronto un claro en la multitud y los
compañeros empiezan a danzar una Capoeira.
Como ese viejo ritual, los argentinos guardamos durante
mucho tiempo nuestras cualidades de pueblo. Hasta que emergieron en aquel
Octubre del 45 y surgen nuevamente en este tiempo donde el subsuelo de la
patria se subleva.
Cristina está en Angola, allí en el África, donde se
sostiene que nació el primer hombre y el primer compás de una música orillera que
se llamó “tangó” y milonga.
Soñemos.
Un berimbau y un bandoneón, juntos, hacen una revolución.
El Argentino, viernes 18
de mayo de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario