Ayer se confirmó en doble vuelta la renovación de la jefatura de gobierno porteño para Mauricio Macri.
Más allá de los guarismos finales, la conducta militante de Filmus y Tomada enaltece a una democracia plagada de opositores mal acostumbrados a especular y desertar de sus compromisos y responsabilidades.
Ejercer el maravilloso derecho a elegir y ser elegido constituye una fiesta para la democracia.
Esto fue históricamente así para las mayorías populares representadas en el movimiento nacional y popular y que llegaron siempre al gobierno sólo a través del voto popular.
Pero no era así para los conservadores que gobernaron o con el fraude patriótico o a través de los desgraciados golpes de estado que se suscitaron a lo largo del siglo XX.
En este marco histórico es saludable que la derecha liderada por Macri, institucionalice su proyecto político, necesariamente, en democracia.
Lo mismo vale para las corporaciones del poder económico mediático, que pese a su furia desbocada, están obligados a invertir esfuerzos en posicionar sus propios candidatos electorales.
Ellos saben, mal que les pese, que no habrá más penas ni olvidos ni cuarteles donde ir a golpear.
Es la democracia donde se dirimen los viejos y los nuevos pleitos de la sociedad.
Esta valoración suprema del ejercicio democrático no impide analizar el panorama político que se abre rumbo a las Primarias Abiertas del 14 de agosto próximo.
Esa elección será la línea de largada definitiva hacia las presidenciales de octubre.
Una inevitable paradoja a señalar es que toda la oposición se cuelga de las faldas del triunfo electoral del PRO, pero Macri no será candidato. ¿Quién usufructuará los votos de Macri entonces?
Es previsible la guerra de vanidades entre Duhalde, Alfonsín, Binner, Carrió y Rodríguez Saa por capitalizar ese voto opositor. Eso sí: todos irán por el carril derecho.
La pugna configurada por la Argentina real versus el país virtual que “vende” la oposición y el bombardeo salvaje de la corporación mediática, es la pugna entre la nueva Argentina que lidera Cristina Fernández de Kirchner versus los devaluados candidatos que expresan lo más viejo y anacrónico de la política argentina.
Este escenario es ampliamente favorable a la fórmula Cristina-Boudou, con un dato mayúsculo: el masivo protagonismo de la juventud.
Esa es la razón de la estrategia opositora: inventar un “clima” conflictivo, crispado, enmarañado que no existe en la realidad.
Todo lo que “informen”, será lo que comúnmente se llama “pescado podrido”.
Hágalo correr para que nadie se indigeste.
Y cuando hablen de la “nueva política”, simplemente pregunte: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
El Argentino, lunes 1 de agosto de 2011
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