domingo, 14 de agosto de 2011

Los partidos se ganan en la cancha

Hoy se vota por primera vez la nómina de candidatos que competirán en las elecciones nacionales del 23 de octubre.

Es un enorme salto para la democracia.

Tan trascendente como la Cumbre de Ministros de Economía de la UNASUR.

Cuando en 1989 cayó el Muro de Berlín y luego el bloque de países europeos liderados por la Unión Soviética, la política entró en estado de asamblea.

El peronismo también.

Pronto surgieron voces que indicaban que había que dejar al libre juego de la oferta y la demanda el ejercicio institucional de la política.

“¿Para qué sirven ahora los partidos y los sindicatos?” era una pregunta muy provocadora.

El reino de las “ONGs” se presentaba como una escala social organizativa, presuntamente superadora del Estado.

El menemismo, expresión política mayoritaria en esa etapa, emprendió la huida de las ideas fundantes del Movimiento creado por Perón y Evita y marchó a llenar las alforjas de la derecha liberal, huérfana de representación popular.

El gobierno de Menem fue su rostro más obsceno.

Pero adentro y afuera de los límites del Movimiento, unos cuantos sostuvieron que los cascotes que volaban desde aquellos confines tan lejanos y que le daban cobertura a la proclama de “el fin de la historia y las ideologías”, no caían sobre el proyecto nacional y popular sino sobre el sistema liberal en sus distintas versiones, de derecha a izquierda y viceversa.

El peronismo en tanto movimiento de liberación, decían, nunca fue una ficha jugando en el ajedrez de ese mundo bipolar, sino parte fundante del Tercer mundo.

Agregaban que la contradicción “capitalismo-comunismo” quedaba herida de muerta con la caída del Muro.

Al desaparecer uno de sus términos, era previsible que el polo que quedaba en pie también sufriera una rápida descomposición.

¿Y fue así realmente?

Lo cierto es que aquí estalló todo en el 2001 y en el resto del mundo, desde el 2008 hasta nuestros días, continúa el estallido de ese capitalismo de acumulación financiera que hizo de la especulación, no de la producción de bienes, su argumento central.

Las movilizaciones en Grecia, en España, en Irlanda, en Londres y en Chile más recientemente, son la expresión del límite que instala la sociedad a ese modelo neoliberal que no da respuesta a las demandas, las simples y las profundas, del grueso de la población.

Lo que subyace atrás de estas manifestaciones es una crisis final de un proceso que en la Argentina se instaló a sangre y fuego con la dictadura y prosiguió luego, imponiendo sus políticas de saqueo en plena democracia.

Hasta que llegó Néstor Kirchner.

Es interesante observar cómo el neoliberalismo entra en explosión cuando más aguda es la contradicción que incubó el sistema, en plena etapa de expansión de la revolución tecnológica científica.

A más consumismo, mayor desigualdad social. Cuando más se horizontalizó la comunicación y el avance informático en la sociedad moderna, más se verticalizó la dictadura financiera en los países centrales.

Esa contradicción irresuelta está en la base de este fin de ciclo.

El que advirtió lo que vendría fue el Presidente Kirchner y es por eso que su primera preocupación estuvo puesta en la necesidad imperiosa de cortar con la dependencia a la que nos sometía el FMI, los acreedores privados de la deuda y el acoso del proyecto del ALCA como eslabón final del endeudamiento.

Cortó ese nudo gordiano de un solo hachazo y empezó su política de acumular reservas por un lado, recuperando soberanía, empleo, producción, consumo y mercado interno, por el otro.

Casi toda la América del Sur anduvo esos caminos.

Lo mismo que hoy sufren los pueblos sometidos a gobiernos dóciles y/o cómplices con esos centros de poder financiero, desvinculados de la economía real y por tanto de las necesidades de la gente real, los argentinos ya lo padecimos antes.

Desde el 2003 comienza el ciclo largo de recuperación como consecuencia de contar con una visión de conjunto, una historia rescatada y convicciones intactas, desde el mismo Estado.

A eso se le llama modelo de desarrollo inclusivo. No son políticas públicas desarticuladas. Son partes de ese modelo.

La oposición política y el poder económico mediático descreen de él y buscan reemplazarlo.

Ante este nuevo flujo de la crisis mundial reclaman medidas espasmódicas y circunstanciales porque no confían en las medidas estructurales que diseñó y construyó el gobierno durante 8 largos años para salir de la crisis, reparar derechos, crecer como país y defendernos ante cualquier turbulencia como la que hoy azota a este mundo escandalosamente endeudado.

Espasmos e improvisaciones son la marca distintiva de la vieja Argentina, no de esta nueva que hoy vivimos.

El Muro de Berlín cayó de una sola vez.

El Muro de Wall Street aún sigue cayendo.

Permanecer alejados de esos terrenos nos aleja de temblores y acechanzas.

Finalmente, usted preguntará “¿y qué tiene que ver esto con la realización de las Primarias Abiertas que se realizan hoy?”.

“Todo”, es la respuesta.

El viejo país hizo que la política fuese vaciada de contenido y de personas.

Los elementos constitutivos de la democracia los pondría el poder mediático.

Por eso estimularon el voto voluntario, no obligatorio y la atomización de los partidos políticos.

Las PASO son la antítesis de aquel objetivo del modelo neoliberal en tanto buscan fortalecer y transparentar la política y los partidos, llenándolos de pueblo.

Rompe con la cultura de las oligarquías partidarias que lo decidían todo entre cuatro paredes.

Los partidos políticos en la Argentina nacieron y se desarrollaron en tanto expresaban clases sociales o porciones representativas de ellas. Cuando esa representación languidecía hasta extinguirse, los partidos podían permanecer pero como estrellas ya extinguidas, reflejando una luz en el espacio, desde su vacío.

Las PASO permitirá que la participación ciudadana otorgue un certificado de garantía social a cada partido.

Es decir, nos permitirá que, desde hoy, cada partido tenga luz propia para alumbrar la huella.


Miradas al Sur, domingo 14 de agosto de 2011

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