lunes, 29 de agosto de 2011

El tren de los pueblos libres


En aquella linda canción bautizada “Río de los pájaros”, Aníbal Sampayo cantaba que “el Uruguay no es un río, es un cielo azul que viaja”.

Los Presidentes de ambas orillas de ese cielo azul inauguran hoy el tren que unirá la Argentina y Uruguay.

Y viceversa.

Cuando llegue el momento en que el Pepe Mujica espere con un ramo de flores a Cristina Fernández de Kirchner en los andenes de la estación de Salto, Uruguay, se habrá puesto fin a los cien años de soledad con que los injustos de un lado y del otro del río, condenaran a José Gervasio de Artigas por su lucha por la libertad y la inclusión.

Nombrado en su tiempo “Protector de los pueblos libres”, Artigas será debidamente honrado por un tren que lo evoca y al hacerlo, será mucho más que un medio de transporte.

Será un zurcido de amor sobre la piel de una historia rota, un abrazo rioplatense, un tren que navega como si fuese un barco, un pájaro libre, una misma patria bajo el mismo cielo.

El tren que irá de Pilar a Paso de los Toros, para completar luego el recorrido de Federico Lacroze a Montevideo, es una bella metáfora de estos tiempos.

Nos ponemos de pie para escuchar a Artigas:

"La causa de los pueblos no admite la menor demora" y "Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos".

"Con libertad ni ofendo ni temo" y "Los pueblos de la América del Sur están íntimamente unidos por vínculos de naturaleza e intereses recíprocos".

“Todo está guardado en la memoria”, canta León Gieco y la razón de la historia lo asiste hoy más que nunca.

Es tan notable la diferencia entre lo que viven nuestros pueblos del sur y la desgracia que experimentan los países del norte colapsados por sobredosis de neoliberalismo, que mientras aquí la unidad es un imperativo de la hora, allá lejos la fragmentación, la violencia, el desempleo son la moneda corriente.

Aún así, la oposición política y el Grupo Clarín siguen sin entender esta nueva realidad.

Allá ellos, si prefieren perderse todos los trenes que están partiendo hacia el futuro.

Quizás se sientan más cómodos ir en octubre por el segundo premio que es una reposera tendida a la sombra de una higuera en la mansión de los Mitre o en la terraza de Magnetto.

Los trabajadores, los empresarios y el Gobierno acordaron el salario mínimo más alto de América Latina.

El ministro Carlos Tomada lo define como un consenso de los sectores de la producción y el trabajo nacido al calor del amplio consenso social que el pueblo brindó a la Presidenta el pasado 14 de agosto.

En esa línea, en Tucumán el pueblo se volcó ayer masivamente a las urnas y el kirchnerismo ganó por amplio margen al desfalleciente “Grupo A”.

La única verdad sigue siendo la realidad.


El Argentino, lunes 29 de agosto de 2011

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