Empieza la vigilia rumbo a un domingo de fuertes definiciones.
Si a la historia le gustan las paradojas, como dicen, no se le pudo ocurrir nada mejor que dejar al desnudo, nuevamente, las consecuencias letales del modelo neoliberal en otros confines del mundo.
El estallido social y particularmente juvenil, en Londres y en Chile, terminó siendo el telón de fondo de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias.
Esa es la paradoja. Que haya ocurrido ahora.
Después de aquellas movilizaciones, a las que hay que sumar obviamente el dato de la falta de brújula en los EE.UU. para poder salir del atolladero, queda claro hasta para el menos avivado, que la Argentina está adelantada al mundo en 8 años vista.
Los costos tremendos que los países centrales vienen pagando desde el 2008, la Argentina los pagó al contado en el 2001 y 2002 y empezó a recuperar terreno desde la asunción de Néstor Kirchner hasta nuestros días.
Salimos de ese laberinto liberándonos de la deuda con el FMI, del ALCA, de las AFJP, del desempleo, de la falta de orgullo nacional.
Gracias a este modelo de desarrollo inclusivo que lidera la Presidenta se salió de aquella crisis, se creció a pasos agigantados, se acumularon reservas, se recuperó el empleo y el mercado interno y en consecuencia, hoy se está en condiciones más que sólidas para afrontar lo que nos toque afrontar como coletazos del estallido global de la economía financiera.
Los opositores que nunca creyeron en este modelo nacional y popular están muertos de miedo porque se saben impotentes para resolver tamaña crisis.
Si al menos permanecieran callados, ayudarían en algo a pasar las turbulencias que vengan.
Al frente de la nave del Estado está Cristina Fernández de Kirchner. La Presidenta. La candidata. Pero por sobre todo alguien que recuperó para el país un concepto que parecía olvidado: es la Jefa de la Nación Argentina.
Quizá ella haya sentido ese rol antes que nadie y por eso dice lo que dice. Por eso llama a la unidad del pueblo. Por eso no pierde la calma en medio de los agravios. Por eso no se deja derrumbar por sus dolores y avanza a paso firme en su mandato.
Toda la campaña estuvo signada por una expresión que por ser popular, genuinamente, nació desde abajo en horas de mucho dolor: “Fuerza Cristina”.
Viéndola en estas horas, a la distancia, acompañando a su hijo Máximo y su compañera Rocío, acunándolos ante el dolor más profundo que siempre significa tener un nido roto entre las manos y una cuna vacía en el umbral, da para pensar que la fuerza de Cristina es la fuerza de todos.
Que es su fuerza la que nos da energía para llegar a la próxima estación.
Y que será primavera, pese a tanto dolor.
El Argentino, viernes 12 de agosto de 2011
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