martes, 12 de julio de 2011

Una ciudad más igualitaria es posible



Era previsible que Macri saliera a exhibir su triunfo electoral del pasado domingo.

Está en todo su derecho, qué joder.

Ayer desfiló por los canales de TV con un discurso arrogante envasado en “modestia made in Duran Barba”, mostrando una faceta de tipo superado y amante de la buena vecindad, cuando es junto a Carrió y Duhalde, un promotor del discurso violento.

Pero lo que a muchos no les resultó tan previsible fue la aparición pública de Daniel Filmus y Carlos Tomada, los rivales de Macri el próximo 31 de julio, expresando con seguridad y convicción la voluntad de batallar por la victoria.

“¿Cómo se explica que habiendo sido derrotados por esa diferencia puedan hablar así?”

“¿No sería mejor que desistan de presentarse?”

“¿Cuánto dinero gastará el Estado en una segunda elección?”

Estas preguntas eran parte de los dilemas que exponían al aire, en horario de protección al menor y al ciudadano, algunos analistas mediáticos.

Desde esta columna les informamos a esos “analistas” que la actitud demostrada por los candidatos del Frente para la Victoria, es conocida por su nombre propio: militancia nacional y popular, le dicen.

En esa voluntad inquebrantable se reconocen los hombres y mujeres que más de una vez mordieron el polvo de la derrota y sin embargo, tapándose la herida con la mano izquierda para hacer con la derecha la V de la victoria, supieron reponerse cuantas veces hizo falta hasta llegar a destino.

Es la voluntad del militante. Y es el respeto al derecho de los ciudadanos de hacer uso de una alternativa constitucional: el balotaje.

Claro que no alcanza sólo con la voluntad sino se cuenta con la inteligencia suficiente para subir con viento en contra, una cuesta tan empinada.

Pero sin voluntad no hay victoria. Con voluntad, no hay derrota que valga.

No hay tiempo que perder. No hay que demorarse en “atender” como se debería a esa jauría de perdedores y amorales, terceros, cuartos, quintos, sextos cómodos que se colgaron de la falda de Macri.

Vergüenza ajena.

Hay que interpelar al ciudadano que negó y esquivó su voto a Filmus pero que sigue soñando con una ciudad más igualitaria.

Y hacerlo con indignado amor, sin bajar las banderas.

Alguna vez escribió Arturo Jauretche: “Si Arquímedes dijo: dadme un punto de apoyo y moveré al mundo, podemos decir nosotros: dadnos un punto de coincidencia, por pequeño que sea, y construiremos una patria. En eso estamos, y lo demás es hojarasca”.

Filmus y Tomada dijeron ayer: “Desde nuestro compromiso y nuestro sentido de la solidaridad, no dejaremos solos a quienes nos votaron, jamás”.

Ese es el punto de coincidencia. Allí comienza la construcción de la próxima victoria.


El Argentino, martes 12 de julio de 2011

4 comentarios:

Guillermo dijo...

Disculpe que disienta con lo que escribió en el artículo, pero en las entrevistas que ví a Mauricio Macri luego de las elecciones en canales como TN o Canal 13 nunca lo vi arrogante ni incitando a la violencia a través del dialogo como usted escribe en el artículo. Tampoco me pareció falsa la modestia que sentía durante los anuncios en el bunker del Pro y luego en las entrevistas.
Por si las dudas aclaro que no soy partidario del Pro, me parece que podría dar mucho más en materia de educación y salud.
Saludos Cordiales !

Matías dijo...

Y pensar que este impresentable hace 5 días decía que la definición iba a ser cabeza a cabeza...
No apoyo a Macri pero tampoco se puede tolerar el discurso despectivo y descalificativo de los partidarios del oficialismo. Me parece bien que se defendan las ideas pero hay que hacerlo desde el respeto al otro, desde el respeto a las diferencias. Que un ministro nacional salga a menospreciar al 47% del electorado porteño, que decidió no acompañar a Filmus, es una falta de respeto y algo que no debe ser tolerado de ninguna manera, mucho menos de una persona que tampoco tiene muchos antecedentes de moralidad encima. O acaso no fue el que se escapó en un auto escondido cuando era intendente, acusado de corrupción? Por favor...digamos las cosas por su nombre. Solamente si respetamos al otro en su diferencia, en su derecho a disentir y no menospreciándolo porque no piensa como nosotros, es que vamos a poder construir un país igualitario y verdaderamente democrático.

Guillermo2 dijo...

¡Ahora sí estoy muy de acuerdo con el comentario de Matías!
Pienso exactamente igual que vos, un abrazo.

Matías dijo...

Otro para vos Guillermo. Es bueno saber que somos muchos los que pensamos que con la confrontación y el discurso de odio, no llegamos a ningún lado.