domingo, 24 de julio de 2011

Desafíos y litigios de una épica nacional

“Yo creo que estamos ante un momento épico. Y recién comienza”.

Lo dijo Néstor Kirchner en un Seminario realizado el 25 de noviembre de 2009.

Un momento épico que no cesa. Que inspira los mejores estímulos para las elecciones de hoy en Santa Fe y para el domingo próximo en la Ciudad de Buenos Aires.

Y en las que Agustín Rossi y Daniel Filmus serán abanderados de esa verdadera gesta.

Un momento épico que no se lleva bien con la desigualdad social, con la distribución inequitativa de la renta ni con la sumisión a la desesperanza ni a ninguna potencia extranjera.

Y que sacando a luz esos litigios, avanza y profundiza el modelo con Cristina al frente.

Un momento épico que sólo admite la voluntad de triunfar en representación de los más humildes. Aunque se pierda una partida.

Aprendimos hace mucho que lo único invencible es la estrategia liberadora cuando la decide un pueblo. Ella abarca al conjunto de los factores y sujetos que se despliegan contra toda forma de injusticia.

Para esa estrategia democrática y participativa, todos los espacios conquistados tienen su importancia. A veces son completos. A veces son parciales. Pero todos son importantes.

Un momento épico que se explica desde la pasión y la identidad con la propia historia, pero que también habla como categoría política. Lejos de un mero voluntarismo cerril, se trata de entender las coordenadas que revelan esta coyuntura y la etapa política por la que atravesamos.

No habría combustión ni chispa que encienda la voluntad imprescindible para encarar las tareas de una transformación tan gigantesca como la que se desarrolla desde el 2003, sin la convicción de que somos hoy protagonistas de una epopeya nacional y popular como pocas veces aconteció en estos 200 años de historia.

La Asignación Universal por Hijo y Tecnópolis son el fiel retrato de este paradigma.

Los adversarios ya eligieron su rol: representar los intereses que son contrarios a los del pueblo y la democracia.

Son dilectos discípulos de Bartolomé Mitre.

Sus representados, no. Esos son nuestros compatriotas. Por ellos valen nuestros desvelos y preocupaciones para que andemos juntos un ancho camino de coincidencias en torno a la justicia, la inclusión social, el desarrollo económico con valor agregado, la construcción de la Patria Grande, la defensa de nuestros recursos naturales, la inclaudicable protección de las libertades públicas de todos y para todos los ciudadanos y ciudadanas, piensen como piensen.

Nadie debería confundirse en este sentido. Las proclamas de la Revolución de Mayo, las de Belgrano y San Martín, invitaban con severa constancia a que los hombres del pueblo siempre caminen juntos. Pero no negociaban convicciones ni se quebrantaban ante las dificultades. Hablaban con sus verdades relativas.

Relativas al proyecto de país justo y soberano para el que nos necesitamos unidos.

“Inflamad en el amor de la patria a todos vuestros paisanos y si todavía queda alguno que duerma con el sueño de los esclavos, invocad acerca de su libertad y este nombre que no puede oírse sin entusiasmo, libertad, lo escuchará de vuestros labios con amor”

Proclama de San Martín en los días previos a liberar Perú.

¿Lo podrán escuchar los porteños y porteñas de este siglo XXI?

Esta es la diferencia entre el proyecto nacional y popular y los dirigentes opositores que hoy se babosean por seducir a Mauricio Macri.

Nosotros tenemos una larga historia plena de humanidad.

Ellos tienen a Clarín y a Durán Barba.

Nosotros actuamos con la verdad como herramienta política.

Ellos pinchan teléfonos y ejecutan campañas que, de tan sucias, pueden enloquecer al adversario hasta convertirlo en un despojo y llevarlo al suicidio (Goebbels-Barba dixit).

Nosotros nos reconocemos en Filmus y Tomada que se solidarizan con los pacientes del Borda aunque no encuentren allí un solo voto.

Ellos se reconocen en el gobierno del PRO que derrumbó el Borda, el Gutiérrez, el Garraham y todos los hospitales públicos. Promueven la vuelta al país del “dios Mercado” y el “sálvese quien pueda” que aprendieron con Menem.

Siempre supimos que los enemigos de la democracia y el pueblo, no se andan con medias tintas a la hora de operar suciamente, en público o en privado.

Basta repasar nuestros dolores más recientes para dar cuenta de ello.

Ahora vemos de qué manera hunden el filo de su violencia en el cuerpo herido, por ausencias y desgarros, de nuestras Abuelas y Madres de la Plaza, concientes del daño que provocan contra lo más sublime que tiene este pueblo y esta democracia recuperada.

El ataque que contra ellas vienen ejecutando, montados en la traición de Schocklender y en la investigación inconclusa de los hijos adoptados por Ernestina Herrera de Noble, es brutalmente inhumano.

Miserables y cobardes todos los que se hunden en el fango de humillar a las madres de nuestros compañeros desaparecidos por la dictadura.

¿Cómo sorprenderse, entonces, que ataquen los macristas a un artista del pueblo, a un dirigente político, Daniel Filmus, a “6,7,8”, a la radio pública y ya que estaban, al padre de Filmus, a los cartoneros y a los compatriotas de la Villa 31? ¿Cómo no advertir a tiempo que aprovecharán cualquier circunstancia desde nuestras orillas pedregosas para dar un nuevo mazazo que nos desvíe la atención?

Ellos son así. Primero golpean. Después le echan la culpa al que fue golpeado. Es la vieja táctica de los miserables.

A una semana de la segunda vuelta porteña, seguimos insistiendo con nuestra nota de la anterior edición y que no por casualidad llevaba como título: “Estamos cruzando el río”.

Y lo estamos haciendo con nuestros aciertos y errores, con virtudes y defectos, con nuestras contradicciones, con nuestras dudas y certezas.

Sólo tenemos en claro que es un momento épico, como decía Kirchner, sabiendo que la victoria de un país igualitario la construye el pueblo.

¿Compartiremos de una vez y para siempre que “no hay proyecto individual si no hay proyecto de país”, como dijo la Presidenta?

Ojala así sea.


Miradas al Sur, domingo 24 de julio de 2011

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