viernes, 29 de julio de 2011

El rigor del destino


Amanece en la gran ciudad.

Hoy es un viernes de vigilia para esperar un nuevo domingo de elecciones.

A votar de nuevo, se ha dicho.

A horas de la segunda vuelta, el pesimismo de la inteligencia indica que hay resultado cantado, mientras que el optimismo de la voluntad, empuja a creer que nada es imposible, que todo está por ocurrir recién ahora.

La historia de la humanidad se hizo en la forja del optimismo. Siempre.

La campaña sucia contra Daniel Filmus sigue su curso. Las empresas relacionadas con Durán Barba en esa maniobra artera ya están detectadas por la justicia.

En algunos barrios humildes se oyeron voces de vecinos denunciando intentos de extorsión del voto.

“Voy a saludar a la víctima” dice Macri en un pasillo y extiende la mano hacia Filmus.

“Esa es la nueva política”, dirá indignado Carlos Tomada.

Si hubiese quemado un cajón, como lo hizo Herminio en la antigüedad, a Macri lo hubiesen aplaudido desde Clarín.

Y él hubiese dicho con un globo en la mano: “muchachos, paren con la crispación”.

Amanece en la ciudad y una buena parte de la ciudadanía, sentirá que afila su decisión como para ir a una batalla épica.

Otra parte le bajará el pulgar a la nueva Argentina que sigue naciendo, pese a ellos.

Y festejarán no se sabe qué.

Sólo creen en el viento de cola como factor de cambio. Como si todo lo que tienen les viniera de arriba.

Otros dudarán, “con este si, con este no, con este señorito me caso yo”.

Dos proyectos de ciudad se enfrentan para gobernar la Ciudad de Buenos Aires.

Y esta vez no hay tercera posición. Aunque la disfracen.

O estás por la igualdad. O estás en contra. Que cada uno se haga cargo de su opción.

“El rigor del destino” es una bella y conmovedora película de ese enorme director argentino que fue Gerardo Vallejo.

Todo lo que usted quiera saber sobre el significado de las palabras epopeya y dignidad, lo encontrará en ese film tan hondo como despojado.

¿Por qué le rendimos homenaje hoy?

Porque nos duelen los compatriotas muertos en Jujuy, allí donde los poderosos aun se creen feudales.

Y porque uno no elije siempre dónde vivir, pero sí elije cómo quiere vivir.

Como los personajes de ese film.

Además, sólo la memoria nos hace libres. De eso se trata esta encrucijada.

Uno quiere vivir con dignidad, justicia, educación, salud, libertad, trabajo, soberanía. Con igualdad.

Y lo quiere hacer en una ciudad sin basuras y sin corruptos.

A veces el voto es una opción de vida, más que una simple boleta electoral.

A veces la voluntad mueve montañas. Y si no alcanza, que alcance para seguir mirando a los ojos a los compañeros y a los vecinos del barrio.

Honrar la democracia es honrar la vida, antes que nada.


El Argentino, viernes 29 de julio de 2011

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