El clima de la Copa América, las ganas de ver triunfar a la Argentina, de consagrar sueños calentitos en medio de tanto frío, de doblegar la mala onda opositora al gobierno de Cristina, motivaron nuestro título futbolero de hoy.
En la Ciudad de Buenos Aires quedó más claro el panorama a una semana de las elecciones: picó en punta Daniel Filmus, se estancó Mauricio Macri y mandaron al vestuario a Pino Solanas.
Filmus y Macri disputarán, entonces, el primer lugar el domingo que viene.
Pero como Filmus continúa avanzando sobre el área contraria, es de imaginar que el resultado le será favorable en el segundo tiempo.
Habrá balotaje entre las dos fórmulas electorales que figuran al tope de las preferencias ciudadanas: Daniel Filmus-Carlos Tomada, del Frente para la Victoria y Mauricio Macri –María Eugenia Vidal, del PRO, sin fórmula nacional por la deserción de Macri.
Sólo habrá que esperar al domingo 10 de julio. Nada. La tendencia del resultado previsto muy difícilmente se revertirá.
Otro gallo cantaría, posiblemente, si Solanas y Macri hubiesen cumplido con su compromiso previo y se hubiesen presentado como candidatos presidenciales, beneficiando desde esa impronta nacional al candidato local de sus respectivos espacios.
Pero eso ya es historia.
Solanas y Macri terminaron por parecerse en la decisión de elegir finalmente a la Ciudad como terreno de disputa, ante la falta de representación nacional para disputar en la grilla de los presidenciales.
¿Cómo creer seriamente que los problemas locales se resolverán divorciados de un proyecto integral que pueda cobijar y articular la Ciudad con la nación y con la provincia de Buenos Aires?
Los resultados del aislamiento con el que Macri perfiló su gestión, están a la vista: todas las provincias crecen, menos la Ciudad.
¿Vale la pena insistir?
Es absurdo pensar que los problemas se resuelven aumentando el ABL, con discursos floridos o con políticas aisladas que no dan respuestas verdaderas a una Ciudad que necesariamente debe insertarse en un proyecto de país inclusivo.
Los escándalos de la UCEP, de la Metropolitana, la destrucción de la escuela y el hospital público, son la expresión de una política y no hechos fortuitos.
Habría que recordar aquellas palabras de Néstor Kirchner:
“Hoy lo pueden llamar Mauricio. Pero siempre va a ser Macri. Hay que ser fieles a las convicciones, para poder gobernar no hay que disfrazarse.
Mauricio –que es Macri– votó contra la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final durante el poco tiempo que trabajó en Diputados.
Yo le pido a los porteños que tengan memoria, porque lo que están en juego acá son dos modelos distintos.”
El Argentino, lunes 4 de julio de 2011
1 comentario:
mmmm, tan pecho frio como Riquelme...es duro el tema y al arco esta un descerebrado sin manos
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