domingo, 9 de septiembre de 2012

La poética nacional, popular y democrática




“La guerra de liberación es dura y la vamos a ganar; pero sin poesía, volveríamos a perder”
Cuando el líder vietnamita Ho Chi Minh hablaba con tan bellas palabras a su ejército de obreros, campesinos y estudiantes, la humanidad entera escribía la poética de aquellas  luchas por la libertad de los pueblos.
No se trataba de ganar en el campo militar, solamente, sino de indagar en el qué hacer con la victoria.
La generación de los años 70 que hoy gobierna gran parte del continente se templó en esas lides, en las que un comandante como el Che descerrajó de pronto y para siempre: “Hay que endurecerse sin perder la ternura jamás”.
Aquella generación pasó y la América Latina es hoy una región soberana, unida y en paz, como nunca antes.  
En ese marco, Argentina se destaca entre los países con mayor autoridad política para intervenir constructivamente allí donde el conflicto persiste; como lo hizo Néstor Kirchner en la disputa ya superada entre Colombia y Venezuela.   
El mundo seguirá en problemas por muchísimo tiempo y cada vez será peor el panorama.
¿En qué andamos nosotros, los argentinos?
Pongamos un marco conceptual para explicarnos mejor.   
El desarrollo de las fuerzas productivas en la Argentina durante el período kirchnerista, 2003-2015, desató y desatará inevitablemente todas las energías acumuladas en el conjunto social.
Gobierne quien gobierne luego, el país a gestionar será muy distinto al país incendiado del 2001.
En términos políticos, institucionales y económicos, pero por sobre todo en términos culturales.
La apuesta definitiva es construir un país desarrollado con inclusión social, con industrias y valor agregado, con mercado interno, sin monopolios, con libertades civiles.
Y con una juventud que se hace cargo del presente y el futuro en un mundo mucho más complejo que el que se vivía en tiempos de Ho Chi Minh y el Che.
Tan luminosa es esta nueva época que ahora los jóvenes citan al Che, a San Martín y Belgrano y no pintan las paredes con algún símbolo “ajeno al ser nacional”, como dirían los fachos, sino con la mirada victoriosa de un Eternauta que representa al pueblo en su misión de Héroe colectivo.
Se está cerrando un círculo intergeneracional virtuoso. Y cuando ello sucede, la historia pega un brinco de acá a la luna, ida y vuelta.  
Cuando la Presidenta dijo ante los industriales celebrando su día, que ella prefería hablar de proyecto político de país antes que de modelo, estaba indicando que la Argentina es viable como nación soberana, desarrollada, integrada a la región, inclusiva, justa y democrática, sólo en un proyecto colectivo que sea  compartido por las mayorías y las minorías.
Es una buena noticia, con otra mala adentro. 
La buena es que la principal timonel del Estado, la Presidenta, tiene claro el rumbo popular que sigue, divisa en el plano el lugar de partida y el lugar de llegada, sabe cómo hacerlo y con quién hacerlo, escribe su hoja de ruta leyendo la historia de los padres fundadores de la patria y otea el horizonte con una brújula en la mano.
Para que no haya dudas, la brújula lleva grabada: “Hecho en Argentina”.
La mala noticia es que no hay fuerzas políticas opositoras que empujen las velas hacia el mismo destino colectivo. Siguen atrapadas en la “Guantánamo” de Magneto. No quieren liberarse de los barrotes editoriales del monopolio mediático, aun sabiendo que tiene fecha de vencimiento el 7 de diciembre.
Atrapados sin salida, prefieren congraciarse con los carceleros antes que pegar el salto liberador que los devuelva a la vida.
Pero como el desarrollo productivo industrial y la redistribución del ingreso y el conocimiento traen consigo inevitablemente la liberación de las almas, de la cultura, del pensamiento, del matrimonio igualitario, de la recuperación de la autoestima, asistimos, juntos o separados, a los primeros pasos que está dando lo nuevo, lo que nació entre nosotros, aunque los espectros del pasado quieran meterle miedo con su 0-800 y sus tapas miserables.
Lo que importa es sostener y estimular a la primera generación crecida en el kirchnerismo e incorporada a la democracia con su propio bagaje.
Cuando asumió Kirchner, ellos ingresaban a la escuela primaria. Y cuando se apruebe la ley que les permita votar, estarán terminando la escuela secundaria.
Es la primera generación en muchas cosas.
La primera sin conflictos sociales dramáticos y ensangrentados.
La primera con gobiernos democráticos que basan su fortaleza en la legitimidad y la representatividad de sus actos.
La primera en crecer en una economía en constante crecimiento.
La primera acostumbrada a ampliar derechos en el día a día sin sufrir consecuencias ni persecución alguna. Salvo las desgraciadas excepciones del gobierno del Pro en Buenos Aires.
La primera en crecer hablando de política.
La primera en gozar de ese baño de pueblo que fue el Bicentenario y sumergirse luego en un mar de llanto con la muerte de Kirchner.
Estos jóvenes de 15 años y más, son la primera generación protagonista del cambio de época y constituyen, por tanto, el primer sujeto del nuevo paradigma que venimos  escribiendo.
He allí un pincelazo de la hondura y trascendencia de este tiempo.  
Con un kirchnerismo que puja por abrir más puertas y romper cerrojos donde los hubiera y una oposición que por reflejo inverso, pone la traba, apaga la luz y se queda a oscuras.   
La imagen que dio un pibe entrerriano hablando en el programa de Víctor Hugo Morales, es la mejor poética del país que viene: una próxima fila de ciudadanos entrando a votar, con un señor de más de 70 años y un poco más atrás, un pibe de 16 o 17 esperando su turno.   
Es otro país, donde la batalla cultural la ganaron los pibes.
Los que toman las viejas y honrosas banderas de otras luchas y las cuidan amorosamente, enarbolan las suyas orgullosamente, hablan otra jerga, teclean la piel de su abecedario, tienen nuevos sueños, nuevos códigos.
Y sólo tienen de constante, la rebeldía y el patriotismo de los jóvenes que los precedieron, en otras contiendas y con otras poesías.   

Miradas al Sur, domingo 9 de septiembre de 2012

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