La ex Villa Palito, nacida en plena resistencia popular, en
1957 y hoy rebautizada como Barrio Almafuerte, en La Matanza, ayer fue una
fiesta del pueblo más profundo.
Y cuando ese pueblo habla con su Presidenta, es conveniente que
todos los oídos presten atención.
Estén donde estén ubicados.
El 7 de enero de 2004 es un hito para el barrio.
Néstor Kirchner fue aquel día el primer Presidente en llegar
a ese humilde lugar del conurbano, la Villa más grande del distrito, para decir
y cumplir que más pronto que tarde llegaría la urbanización, el agua, la luz,
el gas y las viviendas.
“Primero tiremos los caños, después hablamos con la
empresa”, resumía Kirchner la voluntad de un proyecto de país soberano.
Los miles de ciudadanos que escucharon al Intendente Fernando
Espinoza, primero y a Cristina Fernández de Kirchner después, celebraron ayer lo
que construyeron entre todos desde entonces.
La memoria de Alberto Balestrini también se hizo presente.
Luego de ver y recordar a Kirchner hablando aquel enero,
habló la Presidenta.
“Néstor siempre fue un irreverente con los poderosos, no con
los débiles”, arrancó Cristina para afirmar que de 600.000 habitantes en el
2004, hoy son 1.600.000 matanceros los que tienen agua potable.
Organizados en cooperativas y con la ayuda directa del
Estado, fue posible este sueño de la vivienda propia.
“Debemos y podemos
hacer muchas Villas Palito, si seguimos unidos, solidarios y organizados. Con
un proyecto de país para los 40 millones de argentinos”, agregó.
A partir de allí todo fue emoción: “Cuando veo a ese pibe en
cuero que recién me mostró la imagen de Néstor, tatuado en su pecho, me
convencí definitivamente que valió la pena todo lo que él hizo y vale tanto dolor
y sacrificio, aunque muchas veces nos injurien y nos agravien”.
“Cuando me preguntan qué me gustaría más para mi, respondo
que es poder entrar a la historia para encontrarme con él”.
“Sean felices, cuídense mucho, cuiden a sus esposas y
esposas, a sus hijos, quiéranlos mucho, porque no hay nada más importante que
la familia y la unidad de los argentinos”.
Conclusión final: he aquí una lección de amor multitudinaria
en respuesta al odio de una minoría.
La Presidenta podría haber utilizado el masivo acto para
responder los agravios de los últimos días, redoblando la apuesta.
Pero no lo hizo.
Podría haber denunciado a los que la ofenden permanentemente
a través de los poderosos medios, con fecha de vencimiento.
Pero no lo hizo.
Y esa es la diferencia con el estado mayor opositor y su
infantería partidaria.
Mientras los opositores le ponen candados a la palabra
justa, la Presidenta entrega llaves para abrir viviendas.
Vaya con la diferencia.
El Argentino, miércoles
12 de septiembre de 2012
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