No faltó
nadie a la cita.
Estaban
todos los que tenían que estar. Los docentes, los estudiantes, los artistas, trabajadores de distintos oficios, los
funcionarios, los militantes, los periodistas, la gente de a pie que vio luz y
entró.
Y el
piberío que soltó amarras y anda de fiesta con la vida desde hace un buen rato.
Fue uno de
los mayores eventos organizados en la Argentina en lo que va del año.
Profesionales
de la salud de varios países de América Latina estuvieron presentes.
En las
carpas y puestos ubicados en la Plaza San Martín de la ciudad de La Plata,
reinaba la alegría y la curiosidad creativa.
Una postal
del amor venciendo al odio. Eso sí: aquí nadie baja la guardia. Y que nadie
pretenda que el pañuelo de Hebe y sus compañeras de lucha no responda a la hora
que suenen las campanas convocando a las calles para celebrar.
O para que
todos respeten a la democracia.
Las
quimeras no tienen plazos ni calendarios. Pero la justicia, sí.
Y el 7 de
diciembre es tiempo de justicia, porque ese día el monopolio mediático deberá
disolver su concentración hasta encontrar el punto caramelo de la democracia.
Los poderes
de la República ya se pronunciaron:
El
Legislativo sancionó una ley de medios.
El Ejecutivo
la promulgó.
Y este
dedito, que es la Corte Suprema de Justicia, se pronunció: El 7 de diciembre
vence el último plazo para que el Grupo Clarín cumpla definitivamente con la
ley.
Se acabaron
los chamuyos.
En el barrio
cuando escuchan por la tele una orden así, por una causa de ladrones de gallina,
los vecinos te comentan: “O este tipo cumple con la ley o va en cana”.
Es tiempo
de descuento para el monopolio.
Aunque le
pongan soda al vino los que dicen muy livianamente que es un día más, el 7 de
diciembre se acabó la joda de una vez y para siempre.
O habrá ley
para todos o no habrá para ninguno.
Fue todo un
tema en el Congreso de Salud Mental organizado por las Madres de Plaza de Mayo.
Un termómetro para medir la voluntad alegre de la concurrencia.
Se hablaba
del 7 de diciembre y las voces se multiplicaban en un solo coro de amor y
lucha.
No en vano
el lema del Congreso fue “El silencio no es salud”.
Y para reír
o llorar: los de Clarín que no temieron a Videla ¿ahora tienen miedo de
Cristina?
“A mi se me respeta”, decía el genio de
Gatica.
Y la carta
de Rocca a la Presidenta desligando responsabilidades por las notas de Clarín,
parece demostrar que a la máxima figura del país elegida por el voto popular,
se la respeta por lo que es y representa.
En buena
hora que la usina del terror editorial se quede solo, solito y solo.
Al fin y al
cabo, la democracia quiere que hablemos y bailemos todos.
Argentina
es una fiesta.
¿Bailamos?
El Argentino, lunes 10 de septiembre de 2012
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