Las
actividades de la Presidenta en EE.UU., empezando por el discurso en la ONU, pasando
por la Universidad de Georgetown y terminando en Harvard, convocan al análisis
sereno de todos y cada uno de los conceptos vertidos por Cristina Fernández de
Kirchner.
Por otra
parte, la ocupación de 34 escuelas secundarias en la Ciudad de Buenos Aires y
el indolente silencio por parte del gobierno de Macri, también merecen la mayor
atención y preocupación.
Asimismo,
el aplauso en las redacciones de los diarios en solidaridad con los
trabajadores de Clarín, incluido el masivo aplauso en el 3° piso del mismo
diario del monopolio, demuestra que
entramos ya en tiempo de descuento hacia el 7 D.
Pero una
porción violenta de la sociedad produjo nuevamente otra manifestación de
intolerancia antidemocrática que nos obliga a reflexionar sobre el asunto.
¿Por qué?
Por que no
hay que dejar que crezca el huevo de ninguna serpiente.
La
democracia y la memoria colectiva están obligadas a poner el foco allí donde
están las madrigueras del odio.
Hablamos de
la denuncia que radicaron en Tribunales el ministro Julio Alak y el Secretario de
Justicia, Julián Álvarez, por amenazas de muerte contra Guillermo Moreno, adjuntando
pruebas que acreditan la virulencia brutal de los denunciados.
Un afiche
repulsivo y violento que circuló por Internet, es una de esas pruebas.
Amenazan
pasar todos los límites.
Cuando el
límite es la vida.
En el
caceroleo del 13 de setiembre también vivaron a la muerte como en épocas del
fascismo.
Lo hicieron
injuriando el nombre de un ex presidente y el de la actual mandataria.
Lo hicieron
tildando de “dictadura” a un gobierno que, les podrá gustar o no, es un
gobierno de la democracia.
Lo hicieron
para el regocijo de periodistas acusados por la justicia de ser parte de una
banda de espías y que siguen escribiendo y atacando a la Presidenta con total
impunidad.
Es el caso
de Carlos Pagni del diario La Nación.
Reflexionemos
juntos:
¿Por qué no
se producen choques violentos como los que promueven los caceroleros? En
nuestra modesta opinión es porque el gobierno respeta a rajatabla el derecho a
la expresión y no reprime y porque el amplio espacio social que se identifica
con Cristina no cae en ninguna provocación.
En consecuencia
es falsa esa burda tesis de algunos periodistas que, creyéndose grotescamente “Samoré”,
pretenden poner en pie de igualdad “la violencia de los anti K” versus “la
violencia de los K”.
La
violencia gestual viene de un solo lado y hay que denunciarla como tal.
Nadie debería
estimular semejante odio. Mucho menos la cadena del Grupo Clarín con el pasado
que tiene.
Felizmente,
hay un gobierno que garantiza la paz social.
El Argentino, viernes 28 de septiembre de 2012
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