Los
mensajes intimidatorios abundan en estos días de esperanza colectiva.
“Meten
miedo”, diría la conductora de TN.
“Ustedes”,
responde el televidente.
Las redes
sociales cuentan lo que ven y escuchan millones de compatriotas.
Por
ejemplo, que un cura de una capilla rosarina dijo en un sermón este domingo pasado
que “habría que hacer aquí como hicieron con Lugo en el Paraguay”.
Otro ciudadano
dice que hizo un trámite en una oficina pública porteña y la funcionaria alertaba
sobre “el caos reinante en el país por culpa del gobierno nacional”.
Como si
reprodujeran el mensaje envenenado del programa de Lanata.
El modus
operandi es un clásico: pegan y atacan por la espalda, pero el violento es la
víctima.
Todos los
programas de TN lanzan rayos de rencor y odio contra la Presidenta.
El Clarín
es la insignia mayor de la avanzada.
Le siguen
La Nación y el destartalado pero agresivo bergantín de Fontevecchia disparando
su carga de veneno.
El tiempo
de descuento ha comenzado.
El 7 de
diciembre se va a acabar esa costumbre de mentir y difamar.
Se va a
acabar como la dictadura en su momento, como la dependencia del FMI, como el ALCA y como las AFJP.
El 7 de
diciembre seremos todos un poco más que libres.
Seremos más
respetuosos entre nosotros mismos, sin sufrir la agresión constante de aquellos
diarios y noticieros que sólo persiguen vernos tristes y atemorizados.
Están
nerviosos y afligidos.
Ven que sus
privilegios se le escapan entre los dedos día tras día y que una nueva
generación ha ganado las calles y las plazas y pinta el Nestornauta escuela por
escuela.
Están
desesperados y con la mecha vencida.
Impulsan a
un jefe de gobierno hoy, a un gobernador ayer, a otro mañana, a los
legisladores envueltos en Papel Prensa, a salir a jugarse por la causa de
Clarín y su cadena del miedo y el desánimo.
Cualquier
excusa es buena. Lo importante es crear zozobra en la población.
Nada hay
que temer. El reloj de la historia es implacable.
Todo llega.
La justicia también.
Si en algo
es diferente esta etapa de otras en la política argentina, es que la oposición
no tiene más que un batallón de cacerolas y la poderosa corporación mediática
encabezada por el Grupo Clarín de su lado.
Y a eso hay
que sumarle como suma negativa:
No tiene
líderes que unifiquen la reacción.
No tiene
propuestas superadoras y mejores que las actuales políticas oficiales.
No tiene
moral ni ética a la hora de agredir a la Presidenta.
Por eso hay
que organizar la unidad de la buena gente para sostener, allí donde sea necesario,
un proyecto de país donde entremos todos, trabajemos todos, soñemos todos,
estudiemos todos, crezcamos todos.
Y eso sólo
depende de nosotros.
El Argentino, martes 11 de septiembre de 2012
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