Moyano no
dejó maniobras por hacer en el último playón destituyente que montó la
corporación mediática.
Insultó a
la Presidenta, ofendió la memoria de Néstor Kirchner, dictó un paro general
desde TN y festejó que taparan el tanque de un camión que lucía orgulloso el
nombre de “YPF”.
Del
ridículo se puede volver.
Cualquiera
comete un grotesco y recupera la compostura luego.
Pero
descalificar a Néstor y Cristina es descalificar la historia popular reconstruida
dignamente a partir de ellos dos, es meterse con las Madres, las Abuelas y los
Hijos, es mofarse del dolor de millones de argentinos que siguen extrañando a
Néstor, es humillar a una generación diezmada por la dictadura cívico militar,
generación que fue reivindicada por primera vez desde la política, por este nuevo
Estado.
De ese
agravio no se vuelve fácilmente.
Las ofensas
proferidas en estos días van en línea directa con el espinazo del golpismo
en América Latina.
Cualquier
excusa le viene bien al golpismo para horadar la legitimidad democrática de
nuestros gobernantes.
Por allí
empiezan siempre los procesos desestabilizadores.
Como si
Magneto, o como se llame, ordenara satanizar las figuras de Lugo, Correa,
Dilma, Chavez, de Evo y de Cristina para después avanzar por el modelo de país
que nos gobierna.
Los misiles
que parten de las redacciones de Clarín y La Nación apuntan contra la esperanza
colectiva y la credibilidad popular.
Montan
campañas para desprestigiar las políticas de empleo e inclusión. Resisten el
Impuesto a las ganancias, como antes resistieron las retenciones móviles.
Mienten con
la cantinela de que la Asignación Universal y la recaudación del tributo “van a
parar a los casinos”, como señalaron en distintos momentos, Macri, Sanz y ahora
Moyano.
Atacar la
memoria de Kirchner, el Presidente que nos sacó del olvido y la resignación, se
inscribe en ese mismo objetivo inconfensable.
Para
retroceder al punto inicial de nuestros peores malos, nada mejor que destruir
la imagen de Kirchner en el conciente y el inconciente colectivo.
Y así como
no hubo excesos de la dictadura, no hay exabruptos de estos opositores.
Pero si
estuviéramos equivocados, preguntaríamos entonces: ¿En qué país vive Binner que
dice ver una Argentina del caos, incendiada por la crisis, igual o peor que
Grecia y que por eso impulsa “un gobierno de concertación”?
¿Es el
mismo país que le dio a Moyano la tutela de la democracia para “permitirle” a
la Presidenta que termine su mandato?
Que el
árbol no nos tape el bosque. Si el árbol hoy es el mínimo no imponible de los
ingresos y la extensión de las Asignaciones, discutámoslo pero hasta comprobar,
ante propios y extraños, que en realidad están buscando desfinanciar al Estado
y dinamitar la política de redistribución equitativa del ingreso.
En un mundo
en caída libre, es de buena gente hacer lo posible y lo imposible para evitar
que se caigan del trabajo y la inclusión nuestros compatriotas de la América
Latina.
Y en un
país que construye y reconstruye su propia identidad, su producción, su
consumo, sus derechos igualitarios como sociedad, es de buena gente guardar el
mínimo respeto a quienes lo hicieron posible. O al menos guardar una pizca de
pudor.
Ni Néstor,
ni Cristina ni este pueblo se merecen tanto agravio.
Qué
curioso. También Moyano, como la oposición de Clarín, dice que las conquistas
de estos años son anécdotas favorecidas por “el viento de cola”.
“Impecable”,
lo indultó Melconián ante las cámaras. Y entonces llama a Chazarreta y resulta
que el humilde laburante es uno de los millones de trabajadores que recuperó el
trabajo y gana más de 10 mil pesos netos por mes y que por eso comparte los tributos
con sus hermanos de clase que siguen postergados.
El pez
muere por la boca, porque lo que se mostró de ejemplo, se llama kirchnerismo.
Más allá de
las miserias humanas y caído el telón de este último escenario, se demuestra que
estamos navegando en las aguas torrentosas de la puja distributiva por el
ingreso y el poder.
Esa es la
cuestión de fondo.
No es fácil
cuando los que más tienen, quieren todo. Así el patrón, como algunos dirigentes.
En ellos, la
palabra solidaridad está en el discurso, pero no figura en el asiento contable.
Cada uno de
nosotros toma partido en esta puja que parecía sellada para siempre por la
dictadura y el neoliberalismo. De esto no se hablaba más en la Argentina.
“Total,
siempre hubo pobres”, decía Menem.
Hasta que
llegó Kirchner. Y después Cristina. Y el tablero se movió hacia un mismo lado,
previsiblemente: hacia un país industrializado, desarrollado, inclusivo, con un
Estado que volvió a tener reservas, que comparte ganancias con los que menos
tienen, que se juega la vida en la unidad de América del Sur, que juzga el
genocidio y el terrorismo de estado, que se enfrentó a los sectores retrógrados
de la Iglesia que fueran sus cómplices, que dijo no al ALCA, al FMI y al
monopolio Clarín.
Como decía
Kirchner: “Nos atacan no por nuestros defectos, sino por nuestros aciertos”.
Y la
centralidad de los trabajadores en el proyecto de país, el protagonismo de la
juventud en esta etapa histórica, el modelo de desarrollo económico con
inclusión social, la defensa irrestricta de los derechos humanos, la nueva ley
de medios de la democracia y la unidad latinoamericana, como políticas de
estado, son pilares de esos aciertos.
La
legitimidad de estas políticas es lo que cuestionan los factores de poder
corporativo.
Esta maniobra
frustrada de Moyano, como aquella del 2008 con el lockout de la patronal rural
y luego el “Grupo A” en el Congreso, son eslabones cocidos en el mismo horno
que utilizó el parlamento paraguayo para destituir al Presidente Lugo, sublevar
la policía en Ecuador y en Bolivia, dar el golpe en Honduras e intentarlo en
Venezuela.
Esta vez
les salió muy caro: en la Cumbre de Mendoza el golpismo paraguayo fue suspendido,
Venezuela es miembro pleno del Mercosur y la Patria Grande consolidó su unidad.
Las
convicciones de Kirchner no quedaron en las puertas del cielo.
Andan entre
nosotros.
Miradas al Sur, domingo 1 de julio de 2012
2 comentarios:
Nunca mejor que ahora decir: Viva Peron! Viva Evita! Viva Nestor! Viva Cristina!...¡No nos han vencido!.
Así es, nos produce profunda tristeza la defección de los Moyanos, Cristina por su parte ha aclarado que no piensa contestar a los agravios.
Pero Hugo Moyano y su hijo Pablo han decidido quemar las naves.
Que les vaya bien con sus nuevos amigos Venegas, Barrionuevo, Bonelli, Melconian, Pando, Solanas, Ripoll y el Chipi Castillo.
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