Al final de su vida, Bolívar decía lleno de tristeza: “hemos
arado en el mar”.
Sin embargo, dos siglos después, hoy brilla una nueva
estrella en el cielo suramericano: la República Bolivariana de Venezuela.
Y el faro del Mercosur ilumina con sus mejores luces todo el
continente.
Del Caribe a Las Malvinas, ida y vuelta.
Que ocurra en medio de la tormenta política económica global
más terrible que haya padecido el
planeta, significa otra gran victoria para la Patria Grande.
San Martín, Bolívar y Artigas andarán sonriendo por algún
lugar del cosmos.
Hoy es un día histórico y
hay que celebrarlo.
Tentados estamos de quedarnos respondiendo las emboscadas que
tienden contra el pueblo día a día.
El bombardeo infame de Clarín y La Nación, amplificado por
su cadena del odio y el desánimo, obliga a presentar batalla en nombre de la
esperanza.
Allí anda el honorable periodista, Víctor Hugo Morales,
respondiendo las infamias.
Allí anda Juan Abal Medina desmintiendo las mentiras del diario
que deforma la verdad.
Allí anda el ministro Alak poniendo las cosas en su lugar
con la justicia, la cárcel y los presos que cumplen su condena, pero sin perder
su condición de personas.
Allí anda el industrial Mendiguren respondiendo con un
mensaje productivo a ese odio tan
parasitario que derrama Biolcati.
Allí anda Mercedes Marcó del Pont reafirmando el valor y la
seguridad del nuevo billete con el
rostro de Evita.
Son partes del fogoneo diario.
Pero no debemos confundir lo principal de lo accesorio.
Y lo principal de la semana es este nuevo Mercosur y el fin
del Corralito, el viernes 3 de agosto.
Dicen que Venezuela tuvo que esperar 6 años para ingresar.
Si el calendario incluye el Bicentenario, tendríamos que decir
que atravesamos 200 años de soledad para organizarnos definitivamente.
La última Cumbre en Mendoza convocaba a “todos los países de
América del Sur para que en el complejo escenario internacional actual se unan,
para lograr que el proceso de crecimiento e inclusión social protagonizado en
la última década en nuestra región, se profundice y actúe como factor de
estabilidad económica y social en un ambiente de plena vigencia de la
democracia en el continente”.
Y allí va la Patria Grande con todas sus banderas.
Con sus reservas de gas y de petróleo, con sus ríos, sus
mares, sus montañas, sus acuíferos, su biodiversidad, sus 13 millones de Km.
cuadrados, sus 250 millones de habitantes,
su PBI de más de tres millones de millones de dólares al año, sus alimentos,
su historia y por sobre todo, su pueblo, su gente, sus jóvenes, sus
trabajadores, sus científicos, su democracia inclusiva.
Como se verá, el Mercosur no aró en el mar.
El Argentino, martes 31
de julio de 2012
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