Vivimos Tecnópolis este fin de semana.
Lo quisimos recorrer de punta a punta, pero no nos alcanzó
el tiempo. “Paciencia”, nos dijimos. La próxima entramos por la otra punta.
Allí está el país de los argentinos. Con sus maquinarias.
Con sus juegos. Con su ciencia. Con sus viviendas y escuelas. Con sus
dinosaurios. Con su historia patria y un Belgrano y un San Martín agigantados
como se merecen. Con banderas argentinas, aquí y allá. Con sus aviones y
trenes, los que fueron y los que serán. Allí están las provincias. Pero por
sobre todo, allí estamos nosotros, los ciudadanos. Nosotros, los pibes que
juegan y corren por todos lados. Allí está el pueblo de pie. Y que camina. Y
ríe. Y se asombra. Y se emociona cuando ve a Néstor volviendo en ese lugar
donde se lo recuerda tan lleno de vida.
Si alguien creyó que Tecnópolis era una muestra del futuro,
les decimos que no.
Es un retazo de nuestras vidas hoy, aquí y ahora; es la
Argentina mostrando todo lo que supo construir y reconstruir en estos años.
Tecnópolis es la memoria colectiva disparando una jabalina
hacia el futuro.
Pasan los músicos y los tamborileros, pasan los zancudos y
los trapecistas.
De pronto vemos a un hombre leyendo un diario destornillado
de risa. Nos acercamos respetuosamente para compartir. Aquí todo se comparte.
El hombre compara lo que lee en Clarín con lo que vive y
vivimos. Y no puede creer tanta mentira, tanta hipocresía, tanta alienación.
Nos ve y nos dice: “Pero miren lo que dicen estos cosos” con claro tono
litoraleño. “Se volvieron locos”; “es como cuando dijeron que los millones de
argentinos que lloramos a Néstor éramos
de Fuerza Bruta o algo así ¿se acuerdan? Bueno, ahora dicen que todos los que
aquí estamos somos presos a los que sacan de la cárcel para hacer número” y
remata con una sonora carcajada: “¡Presos estábamos antes de Kirchner!”.
Menos mal que a los sabios del pueblo les da por la risa.
Esa es la Argentina, la de Tecnópolis, la del país real, la
de las multitudes.
Nos vamos: esta semana que hoy se inicia debería ser
declarada la Semana de la Liberación.
Mañana, martes 31 de julio, se integra plenamente la hermana
Venezuela al Mercosur y el viernes el país se libera definitivamente del
corralito que dejó Cavallo y el neoliberalismo.
Saber dimensionar estos dos hechos nos dará la medida de la
historia grande que venimos construyendo con Cristina y un poquitín más allá
con Dilma, Chávez, Evo, Mujica, Correa, Castro, y el pueblo paraguayo.
Un mensaje final: esta semana acordémonos todo lo que
sufrimos cuando gobernaban los opositores de hoy. Y disfrutemos del país que
reconstruimos con Néstor y Cristina.
Y como dijo Benedetti: “Llorá, pero no olvides”.
El Argentino, lunes 30
de julio de 2012
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