viernes, 1 de junio de 2012

Poniendo estaba la gansa



Fue ayer por la tarde, en las puertas del Parlamento provincial bonaerense, allá en La Plata.    
No eran tantos.   
Pero demostraban mucho odio, un egoísmo de clase, furia y desazón al mismo tiempo.
Son los patrones rurales de la pampa húmeda.
Son el remanente de la oligarquía. La vieja aristocracia de la tierra. Los capangas.  
Son los que se quedaron con los mejores lotes después de cada matanza de pueblos originarios. La nobleza de la enfiteusis. Los herederos de Mitre, Roca y Rivadavia.
Esta breve enumeración de “virtudes” es al sólo efecto de recordar de dónde vienen los  señores.    
Enterados del inicio de la sesión y del decreto del gobierno bonaerense ordenando el revalúo fiscal de las tierras, tradujeron la furia en huevazos contra el Parlamento.    
Un grito, un alarido casi, captado por los periodistas que allí trabajaban en vivo y en directo, expresó como nadie el salvajismo de esta clase de tipos: “Tiremos  huevos con pollitos muertos adentro”.
La imagen estremece. Pero no debiera sorprender.
Quienes fueron capaces de montar el terrorismo de estado que se cobró al contado 30 mil desaparecidos y la destrucción productiva del país de los argentinos, son capaces de todo.   
Siempre que se los deje hacer.
Mucho se habló de la justicia de este revalúo; y hay que seguir diciendo que los dueños del poder económico deben pagar los impuestos como dictan las leyes de la democracia.
Pero queremos abordar desde otro plano la cuestión: Biolcati manifestó su enojo porque “no fuimos consultados”.
Pregunta: ¿a usted le consultó Mauricio Macri cuando escandalosamente aumentó el ABL?
¿A usted le preguntó Macri por el tarifazo del 127 % en los subtes?
¿O los más ricos del país acaso tienen coronitas? 
No señor. El que tiene más, debe pagar más; esta regla es elemental en una sociedad democrática que pretende ser cada vez más justa, más equitativa, más inclusiva, más igualitaria.
Poniendo estaba la gansa.
El revalúo en verdad es mínimo y además contempla a las nuevas producciones que se agreguen tanto como a los campos afectados por sequía o inundaciones.
¿Por qué se quejan entonces?
Por lo que decíamos ayer: porque ya no tienen la vaca atada.
Hoy lo importante es cerrarle el paso a los violentos.
Nadie, en su sano juicio, puede aceptar ni acompañar a los que tiran alimentos en las rutas, a los que cortan caminos, a los que amenazan y tapan la verdad desde TN y las radios y los diarios del Grupo Clarín.   
Hay que aislar a los violentos de una vez por todas.
Si ayer se aplaudió a los piquetes de la abundancia, hoy llegó la hora de enmendar el error y repudiarlos pacíficamente desde el lugar que nos toque en suerte.
Esta vez, participamos todos.  

El Argentino, viernes 1 de junio de 2012


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