La soledad
de Moyano es la soledad de las corporaciones políticas, sindicales,
empresariales y mediáticas, nunca tan huérfanas de representación social como
ahora.
Advertimos
de entrada nomás, que no creemos que el conflicto de los camioneros que derivó
en el sabotaje a la provisión de gas y combustibles, pueda ser enmarcado en una
cuestión gremial reivindicativa.
Este último
20 de Junio, para vergüenza de nuestra Bandera patria, asistimos en vivo y en
directo a una intentona más de desestabilización del gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner.
No fue un
paro sindical, legítimo o no, correcto o no, legal o no, sino un golpe bajo que
apuntó contra la Presidenta pero que sin embargo, no impactó sobre la Casa
Rosada, sino contra la población.
El cañonazo
y sus consecuencias se hicieron visibles inmediatamente.
El
Sindicato de Camioneros tiene capacidad de daño y vaya sí lo demostró.
Pero en
democracia la única condición para confrontar posicionamientos políticos
diferentes es hacerlo en el campo de las ideas y sin afectar jamás la paz
social y el abastecimiento vital de la sociedad.
Pues bien,
Moyano demostró por si hacía falta, que atacar a Cristina supone necesariamente
atacar al modelo de desarrollo con inclusión social y que al hacerlo implica
inevitablemente joderle la vida a la gente. Así de claro.
Conclusión:
tienen la misma capacidad de daño que cualquier golpista. Hacen política a los
garrotazos.
¿A quiénes
dejaron sin gas ni combustibles? ¿A los funcionarios que desprecian o a todos los
argentinos que en estos años se habituaron a vivir en un país medianamente
normal?
Es lo
paradojal de esta coyuntura. Al atacar con semejante salvajismo no hicieron más
que demostrar la buena tonicidad del Estado, de la democracia, del proyecto
kirchnerista, por un lado y por otro, lograron que durante 48 horas fuésemos
una extensión de España o de Grecia; sin energías, con el trabajo amenazado,
con escuelas y hospitales afectados seriamente, con llamados a la provocación
violenta.
La diferencia
es que en Europa esa situación de angustia colectiva la provocan los gobiernos
títeres del FMI y la banca financiera neoliberal, mientras que aquí lo hicieron
fugazmente Moyano y una buena parte de su patronal en alianza con el Grupo
Clarín.
Las
máscaras se siguen cayendo: quienes decían ser “oficialistas del modelo pero no
del kirchnerismo” terminaron siendo la nueva carne de cañón de los poderosos
intereses que buscan denodadamente destituir al modelo y a los kirchneristas.
De la
Marcha Federal a TN sin escalas.
Y esa sí
que es una grave paradoja.
El gobierno
demostró nuevamente que no reprime los conflictos sociales genuinos; pero como
es un gobierno atado al cumplimiento de la ley hasta las últimas consecuencias,
no duda cuando debe ejercer su fuerza en salvaguarda de la población si esta es
amenazada.
En este
cuadro de situación, va de suyo que es una mentira el motivo de la convocatoria
al paro y movilización del próximo miércoles. Porque no es cierto que sea para
reclamar por la suba del mínimo del Impuesto a las ganancias y la extensión de
las Asignaciones familiares. Nadie, en su sano juicio, puede confundirse tras
la cantinela de que “pese a nuestras diferencias con Moyano, compartimos la
reivindicación con la que nos convoca a la Plaza de Mayo”.
Será una
demostración de fuerza contra el gobierno democrático que, si le sale bien, le
permitiría acumular poder para tres objetivos inmediatos: la interna de la CGT,
recolectar masa crítica para armar su propio partido político y proyectar su
figura como cabeza de la oposición.
El acto no
conmoverá el escenario político de la democracia, en general, ni del gobierno,
en particular. Quizá tampoco lo pretendan.
Saben de
las convicciones, el coraje y la inteligencia política de la conducción
estratégica que ejerce la Presidenta. Y si lo dudaban, acaban de probar una
amarga pócima.
Saben
además del escuálido abanico que los podrá acompañar: La mesa de enlace rural
de Eduardo Buzzi y Carbap, el MST de Vilma Ripoll, Pablo Michelli y el Pollo
Sobrero, Luis Barrionuevo y Humberto Tumini de Libres del Sur, los caceroleros
de Cecilia Pando. Y por supuesto, todo el staff de Magnetto apoyando la movida desde
los estudios de TN.
El
peronismo del siglo XXI, es decir el Kirchnerismo y las fuerzas progresistas
que lo acompañan y nutren, ofrece pruebas más que suficientes de que representa
dignamente a la inmensa mayoría de los trabajadores.
Una prueba
es el acompañamiento explícito y entusiasta de diversos sindicatos y sectores medios
a las políticas de reparación de derechos sociales. Desde docentes,
trabajadores del Estado, metalúrgicos, choferes, mecánicos hasta estudiantes y
científicos.
La otra
prueba es el 55 % obtenido por Cristina en las elecciones de octubre.
Moyano no entiende
la lógica del peronismo, él que se dice peronista. Porque en verdad Cristina
conduce una gobernabilidad transformadora con amplio apoyo popular, sin
depender del consenso extorsionista de ninguna corporación por poderosa que
fuera.
Es el
gobierno del pueblo, no de las corporaciones.
De ninguna,
tampoco de las sindicales.
En el
estribo una reflexión final: con esta nueva democracia que construimos como
sociedad, debemos ser capaces de desmontar y denunciar la trampa mediática de
la recurrente “teoría de los demonios” que algunos utilizan para explicar de
manera reduccionista y falaz el cuadro de situación en cada coyuntura crítica
generada por un modelo de país que transforma la realidad y las corporaciones
que se resisten a esas transformaciones. Todo lo reducen a decir que “la culpa
está en la terquedad del gobierno en no dialogar con Magnetto, con la Mesa de
enlace y ahora con Moyano”.
Pero el
gobierno no es par en ese conjunto. Es el gobierno de la democracia y como tal
hace valer el mandato que le otorgó el pueblo.
Sólo que a
diferencia de gobiernos anteriores al 2003, el de Cristina se identifica con
aquella máxima de Belgrano: “El miedo sólo sirve para perderlo todo”.
Por eso
nunca retrocede cuando lo aprietan.
Miradas al Sur, domingo 24 de junio de 2012
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