La
Presidenta de los argentinos regresa al país después de protagonizar algunas de
las más dignas batallas que libró nuestra democracia.
En Naciones
Unidas defendió con altura de estadista la soberanía en Malvinas reclamando al
Reino Unido que se siente a dialogar como manda la ONU desde 1965.
En Nueva
York convocó a empresarios a invertir en Argentina, particularmente en YPF.
En México,
lideró junto a Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, la defensa de un modelo de
desarrollo inclusivo que rescate al trabajo, al consumo, a la producción antes
que a los depredadores financieros que azotan a los pueblos del viejo mundo.
Allí mismo
dio una clase de civilidad y buenos modales al premier ingles, Cameron,
ofreciéndole los textos de las 40 Resoluciones de la ONU que instan al dialogo
por Malvinas. Y el británico se negó.
Por último,
el mensaje ambiental que ayer transmitió a la delegación argentina para que
rechacen en la Cumbre de Río la pretensión de los países desarrollados de
imponernos su contaminación en nombre de la “economía verde”.
Y se volvió
de urgencia.
Lo vamos a
decir bien clarito: esta Presidenta es un orgullo para esta generación y para
las que pasaron y las que vendrán.
Su regreso
es un regreso con gloria para los argentinos todos, piensen como piensen.
La podrán
crucificar los poderosos medios que asisten aterrados a tanta osadía de la
política, de la soberanía, de la dignidad, de la verdadera democracia. Pero no
podrán contra el avance de la historia.
Aprendimos
con Manuel Belgrano, al que ayer recordamos, que el miedo sólo sirve para
perderlo todo.
Que lo sepa
Clarín y que lo sepa Moyano, que lo sepan las corporaciones y los poderosos: aprendimos
la lección.
En estos
días el Reino Unido de Gran Bretaña, la reina de los mares y el saqueo colonial
durante siglos, el que conserva 10 colonias en el mundo, acusó a la Argentina
de ser “colonialista”.
Durán
Barba, el asesor de Mauricio Macri, autor intelectual del “juguemos limpios”,
fue procesado por hacer campaña sucia.
Los
proteccionistas del poder financiero, con el FMI a la cabeza, acusan de
“proteccionistas” a los países de la América Latina.
Moyano
atacó al gobierno que recuperó las paritarias, 5 millones de empleo, la
dignidad del salario.
Eso se
llama cinismo. Porque cinismo es agredir al gobierno en nombre de los
trabajadores cuando es el gobierno que más derechos sociales reparó.
El paro
salvaje de Moyano impacta de lleno contra la gente. Dejó sin gas y combustible
a pueblos, a hospitales, al transporte.
Mientras la
Presidenta defiende aquí y afuera los intereses de la patria, algunos extorsionan a los argentinos.
Eso se
llama “durmiendo con el enemigo”.
El Argentino, jueves 21 de junio de 2012
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