viernes, 22 de junio de 2012

Las lecciones de la democracia



Ayer terminó nuestra última angustia como sociedad.  
Terminó el desabastecimiento de gas y combustible.
Terminó otra aventura contra la democracia.
Terminó en la nada un nuevo intento de reagrupar aparatos destituyentes.
Y terminó de caer otra máscara de la corporación sindical-patronal.   
Vaya con la paradoja: los dolores sociales que en Europa son provocados por los gobiernos títeres del FMI y la banca financiera neoliberal, aquí fueron replicados durante 48 horas por un par de dirigentes sindicales y el monopolio mediático.
Mientras que el gobierno, como siempre lo hizo, defendió a todos los ciudadanos.
El movimiento obrero tiene en su larga historia de lucha dignos mojones que atestiguan su plena identidad con los intereses del pueblo y la nación.  
Supo pelear por sus reivindicaciones sectoriales y por un proyecto de país justo, libre y soberano, un país solidario y democrático.
Pero a decir verdad, una parte del sindicalismo también supo cuidar los intereses del poder económico antes que el de los trabajadores. Los ejemplos no son pocos.
Este paro salvaje atentó claramente contra un modelo de país que, con todas las imperfecciones que le quieran marcar sus detractores, recuperó 5 millones de empleos y las convenciones colectivas de trabajo, recuperó la industria, la producción y el consumo interno, recuperó la paz social, no reprimió ningún conflicto social, redujo la tasa de desempleo al 6,7 %, creó la Asignación Universal por Hijo y el mayor plan de viviendas familiares de la historia.
El último informe 2011-2012 de la CEPAL dice: “Se produjo un alza del salario medio cercana al 30 %, que ha reafirmado la tendencia alcista que mantienen los salarios reales. Los salarios del sector privado registrado experimentaron incrementos de aproximadamente un 36 %”.
En los años noventa no existía el hábito de las negociaciones colectivas. Ni el circulo virtuoso de la demanda agregada, la producción, el empleo, el consumo y un pueblo que vuelve a ser feliz en un mundo que se desploma.   
En este marco ¿contra quién fue el paro extorsivo y desabastecedor de Moyano? ¿Contra una Presidenta votada por la inmensa mayoría de los trabajadores? 
Nadie tiene derecho a trocar angustia por esperanza en una sociedad que avanza.
El proceso político entra ahora en un nuevo estadio. 
Este gobierno nunca retrocede; de cada crisis sale fortalecido y avanza en consecuencia.
Claro, Moyano mostró sus cartas cuando afirmó que “el salario de los trabajadores ha pasado a un segundo plano”.
Violó la regla de oro del movimiento obrero: no se le hace sabotaje a un gobierno popular.
O sea.
El problema de las corporaciones es este modelo de país.
De eso se trata.

El Argentino, viernes 22 de junio de 2012

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