A muy pocos kilómetros de la ciudad de Resistencia, capital del Chaco, hay un pueblo de gente laboriosa y corajuda llamado “Margarita Belén”.
En las afueras de ese pueblo, sobre la ruta nacional 11, se puede apreciar una enorme e impactante escultura compuesta por varias figuras humanas encadenadas, con los ojos vendados, acribillados, contorsionando sus cuerpos malheridos, como si estuvieran atravesando el minuto final de una muerte cruel.
Es imposible no conmoverse ante esa escultura, aunque no se conozca la historia que está representando.
Cuando se la conoce, ay mi alma, esas figuras cobran vida nuevamente.
Como si dijeran cosas desde la altura en la que están: “¡Libres o muertos, jamás esclavos!”. O como si sentenciaran: “¡Asesinos, las van a pagar algún día!”.
O como si exigieran: “¡Justicia!”.
Una de las figuras, con los dedos en Ve, pareciera gritar: “¡Viva Perón, carajo!”
Se cumplen hoy 34 años, 5 meses y 3 días de la tortura y fusilamiento de una veintena de militantes de la Juventud Peronista que permanecían hasta ese 13 de diciembre de 1976, como presos políticos de la dictadura cívico-militar.
Hoy, el Tribunal que juzga este crimen de lesa humanidad, dará el fallo que condena a los genocidas de la “Masacre de Margarita Belén”.
La historia, que suele mover a su antojo los piolines del destino, quiso que entre los muertos hubiese dos conocidos militantes de la ciudad de La Plata: Néstor Sala, “el Flaco” para sus compañeros y Patricio Tierno, “el Pato”.
En homenaje a ellos y a todos los jóvenes que allí fueron masacrados, el entonces Presidente de la Nación Néstor Kirchner, acompañado por Cristina y una nutrida comitiva de organismos de Derechos Humanos, visitó el lugar el 14 de mayo de 2007.
Hoy que seguramente será un maravilloso día de justicia.
Hoy que las margaritas vuelven a florecer en las miles de personas que acompañarán a los familiares y los sobrevivientes que fueron testigos en esta larga causa en busca de la verdad.
Hoy que muchos sentirán esa “dolorosa alegría” de celebrar la memoria, como la denominó Juana Muñiz Barreto.
Hoy es necesario y conveniente dar cuenta que las cosas no ocurren porque sí. Que si se llegó a esta instancia en este y en todos los juicios que se vienen llevando a lo largo y ancho del país, es porque hubo mucha gente solidaria y comprometida con la verdad, la memoria y la justicia.
Y porque Kirchner antes y Cristina ahora, empujaron desde la más alta responsabilidad que otorga el pueblo con su voto, las puertas de una república que, sin estar perdida, permaneció callada durante mucho tiempo.
Es cierto que falta mucho por andar. Pero también que no es poco lo que ya se anduvo.
El Argentino, lunes 16 de mayo de 2011
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