Estaremos indignados mientras haya compatriotas que aún no encuentran un empleo y haya pibes descalzos en las calles.
Pero también estaremos indignados mientras haya gente poderosa que en nombre de la “civilización” siga reeditando aquel “viva la muerte” del fascismo.
Y mientras haya legisladores que salen al exterior a denunciar a un gobierno democrático, cuando algunos de ellos fueron funcionarios de la dictadura.
Y mientras haya medios de comunicación nativos que festejan la boda real del príncipe inglés cuando aquí se recordaba el hundimiento trágico del “Belgrano”.
Y mientras haya opositores tan reaccionarios, tan mediocres y tan cipayos como los que a diario se ven y escuchan.
Y mientras la justicia libere obispos perversos, como en Santa Fe y a genocidas reconocidos, como en Bahía Blanca.
Pero pese a ello y a “ellos”, estamos y estaremos siempre esperanzados.
¿Usted notó que el gobierno nacional no cerró ningún hospital en estos años sino por el contrario, los siguió construyendo y ampliando a lo largo y ancho del país?
¿Usted dimensionó en toda su amplitud y profundidad la política de dialogo y construcción iniciada por nuestra Presidenta con la CGT, con la CTA y con los empresarios?
¿Usted anotó en alguna libretita, para no olvidarse después, que la Argentina tiene récord de reservas monetarias, que el empleo crece, que el fifty fifty está muy cerca de alcanzarse y que la recaudación tributaria llegó al 31,9 % gracias al crecimiento constante del comercio interior y exterior?
No queremos abrumarnos con la agenda oficial diaria que siempre es abundante en medidas de inclusión y desarrollo.
Simplemente queremos subrayar que estamos atravesando la etapa de consolidación institucional de este modelo de país, camino a su profundización.
En esas aguas, el barco de todos se va construyendo mientras sigue navegando, tal como soñaba Carlos Auyero hace algunos años.
Se mueve a todo vapor y con las velas desplegadas libremente.
Ayer fue el turno del hospital de Tres de Febrero, del hospital rural de San Vicente, de las viviendas de Avellaneda y de la maternidad del sindicato SUTERH.
Los ministros Carlos Tomada y Alicia Kirchner acompañaron a la Presidenta por teleconferencia, dando cuenta de un gabinete que duerme con las botas puestas.
Ambos hospitales llevan el nombre del padre de la medicina social, Ramón Carrillo.
Aquel que sabiamente dijera:
“Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas”.
¡Como para no tener esperanzas llevando a Ramón Carrillo en la memoria!
El Argentino, miércoles 4 de mayo de 2011
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