¡Te llegó la hora, mi Buenos Aires querido!
Por primera vez la Ciudad estará en condiciones de acoplar todas sus cargas, sus bellezas, sus dolores, sus esperanzas al proyecto de nación que conduce Cristina Fernández de Kirchner.
De eso se trata la consigna que el sábado entonaban jóvenes y no tan jóvenes, adentro y afuera del teatro ND Ateneo.
Es imposible escaparle a la angustia de imaginar que podrían venir cuatro años más de este divorcio entre la ciudad y el país de los argentinos.
Mauricio Macri lo hizo. Y así estamos.
Como una hermana perdida, está Buenos Aires. Y claro que duele este divorcio entre la capital de los argentinos y el resto de las provincias. Esa situación es la que habrá que remediar en estas próximas elecciones.
“¡Basta de soledad!” Parecían decir los militantes porteños que vivaban el nombre de Cristina junto al de Juan Cabandié, el primer candidato a legislador del Frente para la Victoria.
Note usted que no existe ninguna otra fórmula local en condiciones de sumarse a un proyecto nacional que no sea la que expresan Daniel Filmus y Carlos Tomada.
No existen directamente.
Pudo haber sido la del PRO. Pero su jefe, Macri, desertó de la elección presidencial de octubre.
Pudo haber sido la de Pino Solanas, pero el mismo Solanas también desertó de esa elección.
Pues bien, de eso se trata la elección porteña.
Nadie debe confundirse esta vez. Sea de izquierda, centro o de derecha democrática, incluso.
Nadie se salva solo, lo sabemos. Si así resulta en la vida personal como en la de una comunidad, eso quiere decir que nadie recompone una ciudad con un partido vecinal, como terminaron siendo los partidos de Macri y de Solanas.
Los partidos vecinales, en cualquier lugar, son partidos respetables. Pero siempre y cuando tengan alguna que otra proyección nacional.
Esto no sucede aquí.
Buenos Aires precisa vivir y gozar de lo mismo que hoy vive y goza el conjunto de las provincias argentinas que componen armoniosamente el proyecto nacional, popular y democrático.
No es una teoría. Ni es una abstracción. ¿Sabe porqué?: Porque tuvimos oportunidad de conocernos todos en esta historia que construimos después de la gran crisis del 2001. Ponga de un lado el resultado de gestión en la ciudad gobernada por Macri y ponga del otro, la Argentina gobernada por el kirchnerismo desde el 2003.
Si Macri cerró la ciudad, el Frente para la Victoria abrió el país a la inclusión, al consumo, a la educación, a la salud, al trabajo, a la integración nacional y latinoamericana.
Se trata simple y maravillosamente de no dejar pasar la oportunidad de vivir mejor en una ciudad que se lo merece.
Ahora sí, vamos a ser felices.
El Argentino, lunes 23 de mayo de 2011
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