miércoles, 17 de junio de 2009

UN VOTO PARA VIVIR CADA VEZ MEJOR


Mientras cruje el mundo, la Argentina sigue aguantando y creciendo.
Se acaban de difundir algunos datos sobre nuestra economía, que ayudan a contrarrestar desde la pura verdad, aquellas profecías apocalípticas con que algunos jinetes de cabotaje salieron a asustar a la población a falta de argumentaciones más inteligentes y más creíbles para sus propias campañas electorales.
Para no aburrirnos, veamos sólo algunos de esos datos.
Aumentó significativamente en la primera mitad del año, el consumo de energía eléctrica en todo el país. Junto a la construcción, que también aumentó, este es un dato que los economistas tienen muy en cuenta a la hora de medir la marcha de la producción industrial.
Sigue escalando sin encontrar techo alguno, el gasto en turismo nacional. Así ocurre, especialmente, en los fines de semana largo transcurridos desde el mes de enero hasta acá.
Se está produciendo el mayor registro de argentinos que regresan a la patria después de estar exiliados en Europa debido a la crisis del 2001. La noticia dice que casi todos los inmigrantes extranjeros por razones económicas que provienen de América Latina, están regresando a sus respectivos países espantados en parte por la crisis económica mundial con epicentro en los EE.UU. y Europa, pero por sobre todo, motivados por el momento esperanzador que vive nuestro continente.
Pues bien, los argentinos encabezan el lote de los que pegan la vuelta al pago.
Aumentó el acceso de Internet en un 14,5 % en el último año, sumando así casi 3 millones y medio de usuarios.
Un estudio de la Universidad Di Tella indica que el ICC, Índice que mide la Confianza del Consumidor, acumula tres meses consecutivos sin caídas y dos meses seguidos de suba constante. En ese marco, se recupera la predisposición para la compra de electrodomésticos, automóviles y casas en un 6, 8 %.
Estos índices, más los anteriores, demuestran con certeza estadística, el aumento de la confianza, personal y colectiva, de distintos sectores sociales, en el modelo económico que desarrolla el gobierno nacional.
Ayer, además, la Presidenta anunció nuevas medidas a favor de la exportación de trigo, maíz y carne. Estos son datos concisos, palpables, demostrables. Que no niegan todo lo que aún falta por recorrer, por corregir, por alcanzar y que siempre será más que lo ya alcanzado.
Pero cuando en un aviso de campaña, una abuela, un trabajador, un hijo de desaparecidos, una vecina, un comerciante, un científico, dicen la frase “yo sabía que alguien más se iba a enojar junto a nosotros”, todos sabemos que están hablando de la vivencia concreta que experimentan los argentinos desde el día que asumió la presidencia del país, Néstor Kirchner.
Al que tiene su corazón mirando al sur del sur, se le atraganta una emoción que lo lleva a unir esas imágenes con lo mejor de sus sueños.
Al que no tiene esas simpatías, le parecerá quizás un tanto curioso que a diferencia de las otras campañas partidarias, la del oficialismo no haga centro en la figura de los candidatos, sino de gente común, que puede exhibir sus documentos de identidad, como si fueran la voz y la imagen de otros millones de voces anónimas que piensan de manera semejante.
Todos deberíamos reflexionar muy racionalmente sobre nuestro próximo voto, sin dejarse amedrentar por aquellos a los que no les asiste ni la moral ni la historia en su favor para aventurar pronóstico alguno sobre nuestro futuro.
No es tan difícil discernir sobre el porvenir que elegimos cuando contrastamos los datos de nuestras vivencias cotidianas, con los augurios de economistas como Prat Gay que aconseja volver a endeudarse con el FMI y enfriar la economía. O como otro referente de la derecha, Francisco De Narváez, asesor principal y potencial ministro de Carlos Menem en el 2003, que busca reconfigurar el Parlamento para destruir la política de unidad con los países latinoamericanos, hacer retroceder la política económica del gobierno y desandar el fomento del Estado en políticas de empleo y producción.
El próximo 28 habrá que defender convicciones y también el acceso a la educación, al empleo, al merecido turismo, a una jubilación digna, a una vivienda propia.
Que para eso sirva el voto. Para vivir cada vez mejor.


(Jorge Giles. El Argentino. 17.06.09)

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