El voto irá en dos direcciones posibles. Empujando la profundización del modelo que nos gobierna desde el 2003 o haciendo retroceder los avances sociales alcanzados en estos seis años, hasta restaurar el modelo neoliberal de la dictadura, de Menem y De la Rúa.
No es un juicio de valor. Es apenas un retrato de la coyuntura, facilitado por la nitidez con que hoy se pueden apreciar los proyectos políticos en pugna.
Es el poder lo que está en juego, cuando se dice que se enfrentan dos modelos de país.
La disputa por la redistribución del ingreso, la defensa del empleo, la producción nacional, la cultura, en definitiva el rol del Estado, se transformó en una disputa democrática colectiva a resolver en un solo acto, en una sola votación.
Los grandes medios juegan sus preferencias descaradamente, premiando a unos y maltratando a otros. Dejan en claro que el voto a favor de la “125” tiene su reconocimiento.
Seguimos lamentando la funcionalidad con la derecha de cierto progresismo placebo; por que la batalla esta vez no es “contra las injusticias”, en tanto consigna, sino contra el núcleo de poder económico que las genera.
Cuando ello ocurre en la historia, muy de vez en cuando, o se acumula a favor del polo transformador o se es funcional al polo conservador de la sociedad, sin términos medios.
Esos dos polos son los que batallan hoy entre sí, buscando avanzar en todos los terrenos en que se da la disputa política y cultural por la hegemonía de un modelo u otro.
Cuando la derecha abandona sus máscaras, como lo hizo ahora, para hacer neoliberalismo explícito, defendiendo las políticas de ajuste, las privatizaciones, la centralidad del mercado y el achicamiento del Estado, no está quemando su propio cajón. Está quemando las naves del sector social que sostuvo el modelo de Martinez de Hoz y Domingo Cavallo, alarmada por el proceso de transformaciones que anidan aquí y en toda América Latina, en medio de semejante crisis mundial.
En esta etapa de la historia, las fuerzas del cambio están en el Gobierno nacional y las que representan el orden conservador, en la oposición, asistido por aquella progresía que les aporta un marketing invalorable, travestido de “conciencia de lo puro”, justo cuando se vuelve a discutir el poder real en la Argentina.
Le asienta al talle un discurso inocuo, que habla de generalidades “por izquierda”, mientras por derecha defienden todo el poder.
Hay momentos que son intrascendentes y permiten la pereza y la comodidad de las conciencias. Pero hay otros donde se juega el destino de cada uno y el de todos al mismo tiempo.
La memoria colectiva dice que éste es uno de ellos.
(Jorge Giles. Miradas al Sur. 21.06.09)
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