“Es el Día de la Memoria”, dicen los pañuelos blancos de Plaza de Mayo.
“Y el Día de la Verdad”, agregan los muros de los barrios pobres.
“Y el Día de la Justicia”, reclama esa infancia a la intemperie que nos quiebra el ala, allí donde más duele.
Cada cual calza la piel que le quedó con vida. Es 24 de Marzo y salimos de ronda con nuestras ausencias.
Cada cual viste a su propio dolor, con la pilcha que guarda para la ocasión.
Se llamará Vicente Ayala, el Flaco Sala, el Pato Tierno, Paloma, Alicia o Rodolfo.
Son 30 mil ausencias. 30 mil “¿porqué nos duele tanto?”. 30 mil miradas que quedaron sostenidas para siempre de las nuestras.
Es un país fusilado, torturado, exiliado, preso y desaparecido, el que vuelve en cada gesto digno, en cada marcha, en cada abrazo.
“¿Lo viste a mi hermano?” “¿Sabes algo del viejo?” “¿Y los compañeros y las compañeras, dónde están?”
Es un día de otoño que rasguña el alma.
Cuesta encontrar la vertical para salir a la calle, porque es el día de esa lágrima dolida, cayendo sobre la mejilla y la mejilla es un pueblo y es un río que sangra y es un mar que quiere ser lecho y ser cuna y abrigo para disimular tanta vergüenza y no sabe porqué.
Allí andan ellos, la juventud presente, la del Che y ya lo ve y ya lo ve es una sola jotape.
Derrotados y triunfantes al mismo tiempo. Les duele la vergüenza que no tuvieron sus asesinos. Es el día de la vergüenza ajena.
El día que la historia se abre paso aunque le corten las rutas y caminos aledaños.
Corrige los errores y aprende con el último poema de Juan Gelman, los nuevos paradigmas que nos faltan, ahora que el mundo estalló por los aires. Es el día de la voluntad.
Suceden estas cosas cuando se recuerda la noche que los dictadores convocaron a la muerte. 24 de marzo de 1976.
“La Junta de comandantes informa a toda la población, que la muerte es el mejor remedio cuando desborda la vida. La muerte para los que quisieron una patria de iguales. Para los desaforados y los que llevan el corazón muy a la izquierda. Muerte para los homosexuales, enfermos irredentos de subversión en el alma, para los judíos que no aprendieron nada en Auswitch, para los ferroviarios que siguieron fieles a Scalabrini Ortiz, para los peronistas que siguen prendiendo la mecha de eso que llaman la solidaridad, para los curas villeros, para los mendigos, para los trabajadores y la resistencia, para las monjas de la Iglesia de la Santa Cruz, para los que amenazaron convertir nuestro país en otra Cuba, olvidando que en la cucarda de la feria anual de la Rural, escrito está que somos y seremos “occidentales y cristianos”, pero de un Cristo que toca el piano en el Jockey Club para aliviarnos el peso de tanta muerte encima”.
Treinta y tres años pasaron. Los años que tenía Evita. ¿Será por eso que vuelven a la carga con sus antiguos odios?
La profesión más vieja del mundo, es el egoísmo de clase. Mentira que es la otra. Tiran dentelladas contra el único gobierno que, después de la tragedia, se atrevió con ellos. Que los llamó a la cordura para que se integren solidariamente. Que les pide que compartan la riqueza antes que el desprecio por el semejante, que la vida es mucho más que una bolsa de soja, que la patria es de todos, no solo de ellos, que los caminos son siempre las venas abiertas de un pueblo que seguirá buscando, que debieran aprender a aceptarse como son para transformarse de una vez por todas, en gente más buena y menos mezquina.
Esta vez no podrán evitar que la palabra, recupere la libertad secuestrada en el barco donde asesinaron a Mariano Moreno y un tiempo después, robada en la esquina de San Juan y Entre Ríos, de donde se llevaron a Rodolfo Walsh con su Carta Abierta a la Junta Militar.
Será ley la palabra para todos. Será ley el país inclusivo. Y es ley por los siglos de los siglos, que este Día es de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Los 30 mil ausentes navegan por el aire, para llenarnos de vida hoy más que nunca.
Es una doble pena que algunos recuerden este día, añorando a los dictadores.
Mentirán, falsearán, golpearán, violentarán la convivencia de los argentinos. Pero el manual de estilo del buen explotador, les enseña a declarar que esas malas conductas, las cometen los otros.
Que sea el día de la solidaridad, hoy y siempre.
Y aunque les duela en los silo- bolsa de la discordia, ojalá que entiendan pronto, que primero está la vida.
“Y el Día de la Verdad”, agregan los muros de los barrios pobres.
“Y el Día de la Justicia”, reclama esa infancia a la intemperie que nos quiebra el ala, allí donde más duele.
Cada cual calza la piel que le quedó con vida. Es 24 de Marzo y salimos de ronda con nuestras ausencias.
Cada cual viste a su propio dolor, con la pilcha que guarda para la ocasión.
Se llamará Vicente Ayala, el Flaco Sala, el Pato Tierno, Paloma, Alicia o Rodolfo.
Son 30 mil ausencias. 30 mil “¿porqué nos duele tanto?”. 30 mil miradas que quedaron sostenidas para siempre de las nuestras.
Es un país fusilado, torturado, exiliado, preso y desaparecido, el que vuelve en cada gesto digno, en cada marcha, en cada abrazo.
“¿Lo viste a mi hermano?” “¿Sabes algo del viejo?” “¿Y los compañeros y las compañeras, dónde están?”
Es un día de otoño que rasguña el alma.
Cuesta encontrar la vertical para salir a la calle, porque es el día de esa lágrima dolida, cayendo sobre la mejilla y la mejilla es un pueblo y es un río que sangra y es un mar que quiere ser lecho y ser cuna y abrigo para disimular tanta vergüenza y no sabe porqué.
Allí andan ellos, la juventud presente, la del Che y ya lo ve y ya lo ve es una sola jotape.
Derrotados y triunfantes al mismo tiempo. Les duele la vergüenza que no tuvieron sus asesinos. Es el día de la vergüenza ajena.
El día que la historia se abre paso aunque le corten las rutas y caminos aledaños.
Corrige los errores y aprende con el último poema de Juan Gelman, los nuevos paradigmas que nos faltan, ahora que el mundo estalló por los aires. Es el día de la voluntad.
Suceden estas cosas cuando se recuerda la noche que los dictadores convocaron a la muerte. 24 de marzo de 1976.
“La Junta de comandantes informa a toda la población, que la muerte es el mejor remedio cuando desborda la vida. La muerte para los que quisieron una patria de iguales. Para los desaforados y los que llevan el corazón muy a la izquierda. Muerte para los homosexuales, enfermos irredentos de subversión en el alma, para los judíos que no aprendieron nada en Auswitch, para los ferroviarios que siguieron fieles a Scalabrini Ortiz, para los peronistas que siguen prendiendo la mecha de eso que llaman la solidaridad, para los curas villeros, para los mendigos, para los trabajadores y la resistencia, para las monjas de la Iglesia de la Santa Cruz, para los que amenazaron convertir nuestro país en otra Cuba, olvidando que en la cucarda de la feria anual de la Rural, escrito está que somos y seremos “occidentales y cristianos”, pero de un Cristo que toca el piano en el Jockey Club para aliviarnos el peso de tanta muerte encima”.
Treinta y tres años pasaron. Los años que tenía Evita. ¿Será por eso que vuelven a la carga con sus antiguos odios?
La profesión más vieja del mundo, es el egoísmo de clase. Mentira que es la otra. Tiran dentelladas contra el único gobierno que, después de la tragedia, se atrevió con ellos. Que los llamó a la cordura para que se integren solidariamente. Que les pide que compartan la riqueza antes que el desprecio por el semejante, que la vida es mucho más que una bolsa de soja, que la patria es de todos, no solo de ellos, que los caminos son siempre las venas abiertas de un pueblo que seguirá buscando, que debieran aprender a aceptarse como son para transformarse de una vez por todas, en gente más buena y menos mezquina.
Esta vez no podrán evitar que la palabra, recupere la libertad secuestrada en el barco donde asesinaron a Mariano Moreno y un tiempo después, robada en la esquina de San Juan y Entre Ríos, de donde se llevaron a Rodolfo Walsh con su Carta Abierta a la Junta Militar.
Será ley la palabra para todos. Será ley el país inclusivo. Y es ley por los siglos de los siglos, que este Día es de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Los 30 mil ausentes navegan por el aire, para llenarnos de vida hoy más que nunca.
Es una doble pena que algunos recuerden este día, añorando a los dictadores.
Mentirán, falsearán, golpearán, violentarán la convivencia de los argentinos. Pero el manual de estilo del buen explotador, les enseña a declarar que esas malas conductas, las cometen los otros.
Que sea el día de la solidaridad, hoy y siempre.
Y aunque les duela en los silo- bolsa de la discordia, ojalá que entiendan pronto, que primero está la vida.
2 comentarios:
No olvidamos ,no perdonamos ,memoria ,verdad y justicia.
Hola Jorge,
Quería felicitarte por todo lo que haces ya sea desde el diario El Argentino o desde tu espacio de reflexión. Cada día me sorprendes gratamente con tu sincera declaración de verdades desde espacios humildes, desde tu corazón. Hoy es un día triste para el pueblo argentino y al leer tu nota se me estremeció el alma y el corazón. Ojalá podamos unir al pueblo en un abrazo solidario algún día bajo el mismo cielo que fue testigo de miles de injusticias sangrientas.
Un abrazo grande y espero que mantengas esa lucha por siempre.
Atte.-
Ariel Nápoli
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