jueves, 5 de marzo de 2009

TODOS ESTAMOS CANSADOS DE LAS BRAVUCONADAS

La serpiente platinada de la discordia no deja de amenazar a los argentinos. A horas de firmarse el acuerdo entre el Gobierno y la Mesa de enlace agropecuario, aparecieron los opositores bravucones, como Elisa Carrió, Gerardo Morales y Alfredo De Angeli, saboteando el principio de un acuerdo, imprescindible para enfrentar juntos la profunda crisis que se expande por el mundo entero. ¿Qué quieren estos opositores? ¿Qué intereses defienden? ¿Porqué no ayudan para que ningún trabajador pierda su empleo y poder avanzar así en la inclusión social de todos los argentinos? ¿O pretenden incendiar el país para disimular su orfandad política?
Usted sale y llega a su casa, escuchando la misma cantinela opositora, para quien todo resulta insuficiente, incorrecto, inviable. Es lamentable esta actitud. La Presidenta los catalogó como el nuevo movimiento “me opongo a todo”, citando la declaración de un dirigente radical contra el abordaje próximo de una nueva ley que democratice el uso y el alcance de todos los medios de comunicación, dejando atrás una legislación vetusta y anacrónica de la última dictadura militar. Con la permanente hostilidad contra el gobierno, se ubican en las orillas del modelo económico que colapsó a escala planetaria a partir de la caída de Wall Street. Si abrazaran la política, como una herramienta en defensa de los pueblos, deberían apostar y aportar al fortalecimiento del Estado y no a su debilitamiento. A no ser que definitivamente se hayan convertido en meros lobistas de intereses económicos inconfesables. La política tal como la entendemos, es otra cosa, es calzar las botas que la sociedad le otorga en cada etapa a cada sector, para defender ideas y proyectos que satisfagan el bien común. Y no los bienes privados de los dirigentes.
Después de nuestro propio colapso en el 2001 y del “que se vayan todos” reclamado por gran parte de la sociedad en calles y plazas, es innegable que el mapa político fue mudando con relación al que conocimos hasta fines del siglo XX, pero quedan muchos remanentes.
Hoy es posible encontrar un menú de ofertas ancladas en los orígenes dispersos de las fuerzas políticas tradicionales. Unos se acercan hacia la derecha de la pantalla y otros hacia su lado contrario. El modelo gobernante encontró, bien o mal, guste o no guste, prolijo o desprolijo, un marco político ideológico para desarrollar su proyecto de país en una circunstancia histórica. El grado de dramatismo no lo pone el gobierno sino esas circunstancias; y este rasgo convierte al modelo elegido para gobernar, en perfectible, criticable, mejorable, pero no cuestionable como lo hacen los opositores que, con tal de oponerse al gobierno, no dudan en favorecer a quienes provocaron el país injusto que aún está instalado entre nosotros. No se oponen empujando posiciones superadoras a las del gobierno, no lo corren por “izquierda”, proponiendo medidas más modernas, más protectoras de los intereses sociales, en especial de trabajadores y jubilados. Se oponen empujando para atrás. Si por estos opositores fuera, no habría que acordar con “el campo”, no habría que tocar ni a las extintas AFJP ni la “ley de radiodifusión”, no habría que avanzar más con la defensa irrestricta de los derechos humanos para no “provocar” a ningún dinosaurio, no habría retenciones a la soja y por tanto no habría equidad social. Es una oposición desesperada, irrespetuosa y resentida, sin cuerpo social ni programa alternativo. El acuerdo de la Presidenta con las entidades rurales, los hirió en su costado más violento y provocador. Preocupa tanta desmesura, tanto odio y el cinismo de apelar al Congreso Nacional como un ardid, mientras alientan, vanamente, el presunto “desborde” de los sojeros. ¿Son irresponsables y egoístas solamente? ¿Son inocentes bravucones que se llevan la democracia por delante? ¿O guardan otros cuchillos bajo el poncho? Saque usted, sus propias conclusiones.
Ahora que empezaron las clases, habría que hacerles escribir mil veces para que aprendan, aquella frase que acuñaron tanto Perón como Balbín, “el que gana gobierna, y el que pierde, acompaña”.
(El Argentino. 05.03.09)

2 comentarios:

Jóvenes Cacharienses dijo...

Mirinda de Orange está tan fuera de la realidad política, que su mesianismo a seducido a la dirigencia radical.
A veces da pena, si realmente pena, que un partido tradicional como la UCR, caiga tan fácil en los discursos de sirena que les vende la Pitonisa Chaqueña.
Tal vez, habría que hacer un análisis sociológico para averiguar esta actual debilidad ideológica y de principios de los radicales.

Tito Rosé dijo...

Es que la jugada maestra de la presi, de sentarse en la mesa de las negociaciones les quemó los libros a todos.El cacareo de estos tipos es lamentable.