La democracia nos concedió una cita de honor para el próximo 28 de junio. Se acabaron todos los versos. Que hable el soberano. Votar, servirá para despejar todas las dudas y reafirmar las convicciones que legítimamente tenga la mayoría ciudadanía.
El debate en el Senado de la Nación mostró debilidades y fortalezas del sistema democrático. Es muy alentador que vuelva a ser el Congreso de la Nación el que termine de resolver las políticas medulares por donde transcurre la suerte de nuestra joven democracia y además con tanta holgura numérica. No son las provocaciones ruteras ni el capricho autoritario de nadie ni la injuria de una oposición que al quedarse sin brújula, la reemplaza con la violencia verbal permanente.
En muchos de los discursos de la oposición subyacía el conflicto sojero de los patrones rurales y el modelo de país que defienden.
Los opositores, como los ruralistas, acusan al gobierno de violento. Pero se quejan porque la gendarmería no protege a quienes cortan las rutas. Si el gobierno no reprime los cortes, no pueden pretender que además, les brinde custodia a los patrones rurales que impiden el derecho constitucional a transitar por rutas y caminos. ¿Se imaginan a los vecinos de un comedor popular quejándose porque el comisario del barrio no colabora pelando las papas y soplando el fuego? ¿O será que los ruralistas están malacostumbrados a mandar y tener durante siglos a su disposición a las fuerzas del orden?
El gobierno presentó un ante proyecto de ley que garantice la pluralidad democrática en el uso de los medios audiovisuales, reemplazando por fin la ley de la dictadura sobre radiodifusión. Los opositores se oponen diciendo que no es el momento de avanzar y al mismo tiempo, salen eufóricos a defender activamente al grupo Clarín, cuando es uno de los diarios que ataca con total impunidad al actual gobierno.
Los opositores, como Carrió, dicen que “estamos bajo una dictadura”, pero el gobierno adelanta el llamado a elecciones libres y democráticas y no se presenta como candidata. Saque usted sus conclusiones.
El gobierno profundiza la calidad institucional haciendo pasar por el Congreso de la Nación las medidas más trascendentes, como la recuperación estatal del ahorro jubilatorio, de Aerolíneas Argentinas, de la fábrica de aviones, etc. Pero los opositores dicen que falta institucionalidad.
Podríamos seguir pasando lista, pero lo importante es que todos los sectores digan la verdad, que se recupere el valor de la palabra, que se honre a la política como la herramienta más sublime de los pueblos para la definitiva transformación del país.
¿Por qué la oposición no dice sinceramente que defiende otro modelo de país muy distinto al que abraza el gobierno? ¿Por qué no dicen que prefieren defender a un grupo multimedio al que llaman “independiente”, antes que a la democracia de los medios de comunicación?
¿Por qué no admiten que defienden un modelo agroexportador, sin industrias, sin empleos, sin producción nacional, sin ahorro, sin aerolínea de bandera, sin unidad latinoamericana? ¿Porqué no se dice que este conflicto patronal de los ruralistas es la única sustancia que tienen para seguir disparando contra el gobierno y por eso apuestan a mantenerlo irresuelto durante todo el año?
Las elecciones servirán para que el pueblo aclare con su voto estas zonas grises.
Estamos viviendo un momento tan particular, donde sin ninguna vergüenza, algunos intendentes y políticos opositores reclaman públicamente que el dinero de las retenciones vaya a los bolsillos de los patrones rurales antes que a los municipios y gobiernos provinciales. Lo dicen quienes debieran representar al pueblo, no a los patrones rurales. ¿Serán una nueva versión de aquellos conservadores que a principios del siglo XX se decían orgullosos súbditos de la corona inglesa?
La secuencia, en esta concepción, es la siguiente: el patrón rural siembra, cosecha, vende y embolsa todas las ganancias para el solo; el intendente y el gobernador hacen el mismo trayecto: cobran impuestos, lo embolsan y el intendente no le pasa un peso al gobernador y este ninguno al gobierno nacional. Ahora veamos al revés esta secuencia. Del gobierno nacional no va un peso más a las provincias y a los municipios. ¿Qué pasaría? Volveríamos al siglo 19, nos disolveríamos como Nación, nos enfrentaríamos todos contra todos, la patria se moriría.
El pueblo sabrá elegir, entre la inclusión o la exclusión. Entre el pasado o el futuro que nos merecemos. De eso se trata.
El debate en el Senado de la Nación mostró debilidades y fortalezas del sistema democrático. Es muy alentador que vuelva a ser el Congreso de la Nación el que termine de resolver las políticas medulares por donde transcurre la suerte de nuestra joven democracia y además con tanta holgura numérica. No son las provocaciones ruteras ni el capricho autoritario de nadie ni la injuria de una oposición que al quedarse sin brújula, la reemplaza con la violencia verbal permanente.
En muchos de los discursos de la oposición subyacía el conflicto sojero de los patrones rurales y el modelo de país que defienden.
Los opositores, como los ruralistas, acusan al gobierno de violento. Pero se quejan porque la gendarmería no protege a quienes cortan las rutas. Si el gobierno no reprime los cortes, no pueden pretender que además, les brinde custodia a los patrones rurales que impiden el derecho constitucional a transitar por rutas y caminos. ¿Se imaginan a los vecinos de un comedor popular quejándose porque el comisario del barrio no colabora pelando las papas y soplando el fuego? ¿O será que los ruralistas están malacostumbrados a mandar y tener durante siglos a su disposición a las fuerzas del orden?
El gobierno presentó un ante proyecto de ley que garantice la pluralidad democrática en el uso de los medios audiovisuales, reemplazando por fin la ley de la dictadura sobre radiodifusión. Los opositores se oponen diciendo que no es el momento de avanzar y al mismo tiempo, salen eufóricos a defender activamente al grupo Clarín, cuando es uno de los diarios que ataca con total impunidad al actual gobierno.
Los opositores, como Carrió, dicen que “estamos bajo una dictadura”, pero el gobierno adelanta el llamado a elecciones libres y democráticas y no se presenta como candidata. Saque usted sus conclusiones.
El gobierno profundiza la calidad institucional haciendo pasar por el Congreso de la Nación las medidas más trascendentes, como la recuperación estatal del ahorro jubilatorio, de Aerolíneas Argentinas, de la fábrica de aviones, etc. Pero los opositores dicen que falta institucionalidad.
Podríamos seguir pasando lista, pero lo importante es que todos los sectores digan la verdad, que se recupere el valor de la palabra, que se honre a la política como la herramienta más sublime de los pueblos para la definitiva transformación del país.
¿Por qué la oposición no dice sinceramente que defiende otro modelo de país muy distinto al que abraza el gobierno? ¿Por qué no dicen que prefieren defender a un grupo multimedio al que llaman “independiente”, antes que a la democracia de los medios de comunicación?
¿Por qué no admiten que defienden un modelo agroexportador, sin industrias, sin empleos, sin producción nacional, sin ahorro, sin aerolínea de bandera, sin unidad latinoamericana? ¿Porqué no se dice que este conflicto patronal de los ruralistas es la única sustancia que tienen para seguir disparando contra el gobierno y por eso apuestan a mantenerlo irresuelto durante todo el año?
Las elecciones servirán para que el pueblo aclare con su voto estas zonas grises.
Estamos viviendo un momento tan particular, donde sin ninguna vergüenza, algunos intendentes y políticos opositores reclaman públicamente que el dinero de las retenciones vaya a los bolsillos de los patrones rurales antes que a los municipios y gobiernos provinciales. Lo dicen quienes debieran representar al pueblo, no a los patrones rurales. ¿Serán una nueva versión de aquellos conservadores que a principios del siglo XX se decían orgullosos súbditos de la corona inglesa?
La secuencia, en esta concepción, es la siguiente: el patrón rural siembra, cosecha, vende y embolsa todas las ganancias para el solo; el intendente y el gobernador hacen el mismo trayecto: cobran impuestos, lo embolsan y el intendente no le pasa un peso al gobernador y este ninguno al gobierno nacional. Ahora veamos al revés esta secuencia. Del gobierno nacional no va un peso más a las provincias y a los municipios. ¿Qué pasaría? Volveríamos al siglo 19, nos disolveríamos como Nación, nos enfrentaríamos todos contra todos, la patria se moriría.
El pueblo sabrá elegir, entre la inclusión o la exclusión. Entre el pasado o el futuro que nos merecemos. De eso se trata.
(El Argentino. 27.03.09)
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