“Las urnas son a la democracia, lo que la pelota es al fútbol”, dijo un académico del barrio, que sabe mucho de estos asuntos.
La esencia del sistema democrático está en la posibilidad que los ciudadanos se expresen libremente, eligiendo a sus representantes y plebiscitando así, el modelo de país, de provincia y de municipio, con el que se identifican. Es casi el ABC de la democracia. Por eso cuesta entender a los políticos opositores como Carrió, Macri, De Narváez y Felipe Solá, que ayer anunciaron su oposición al proyecto para adelantar las elecciones, enviado por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, fundamentado en la feroz crisis internacional que hoy padece el mundo, consecuencia del neoliberalismo que esos políticos encarnaron en la Argentina del fracaso. Conserven la calma. Se está convocando a elecciones, no a la guerra. ¿Porqué tanto temor, prejuicio y negativa?
Sin ponerse más colorado, De Narváez dijo que si y que no en un solo suspiro.
Los argumentos resultan curiosos en boca de algunos demócratas. Uno de ellos afirmó que “cuando se toman decisiones pensando en conveniencias circunstanciales, nos equivocamos” y agregó que “votar en octubre, nos acercaba a los países serios”. Otro sostuvo que “la modificación sin consenso del calendario electoral no contribuye a crear las condiciones para el dialogo” y reclamó “la unidad de la oposición”.
Y otros ven en la presunta “debilidad del oficialismo” y “el drenaje de votos y dirigentes”, el verdadero motivo del adelantamiento.
Es evidente que a los opositores les pesa la angustia de mostrarse desnudos después que el gobierno los invitó a revalidar títulos con el único método que conoce la democracia: votando. Pensamos que es de buen gobernante tomar decisiones inspiradas en las necesidades del pueblo y en las conveniencias que las circunstancias imponen. De eso se trata el arte de la gobernabilidad. ¿De qué países serios se habla? ¿De los que ocasionaron esta crisis mundial que motiva esta decisión presidencial? ¿O acaso en octubre somos serios y en junio somos risueños?
Por otra parte, el Parlamento se llama así precisamente por que es el palacio donde se parla, se habla, se dialoga y finalmente se consensúa, por mayoría, una determinada legislación. ¿Hay otro ámbito más representativo que el Congreso? El sistema de partidos tradicionales argentinos colapsó en el 2001. Las representaciones partidarias se expresan, aún en su diáspora, a través de las bancas legislativas. Todo lo demás es puro verso.
Lo que resulta poco serio es pedirle al gobierno que, además, se haga cargo de organizarle la unidad a los opositores.
Ningún gobierno sumido en una teórica debilidad, toma la iniciativa de apurar una disputa; antes bien, alarga los tiempos para reacomodar sus filas. Elemental. Por eso, es inconsistente esta argumentación de presunta debilidad. Pero además, si así fuese cierto ¿cómo no acompañar entonces una decisión pensada para robustecer el poder político perdido? Hablan de “atropello” gubernamental. Ese es un argumento claramente de las dictaduras, absolutamente refractarias y hoscas a toda manifestación de la voluntad popular. ¿No se les ocurre algo más inteligente? ¿Cómo hablar de atropello cuando los están invitando a debatir parlamentariamente entre todos?
Dicen que “no le creen nada de nada” al Gobierno, coincidiendo con los patrones rurales. ¿Y entonces? ¿No es sensato ir a elecciones para revalidar títulos y representatividades perdidas en el camino? Más aún, si así lo creen, ¿qué es lo que están discutiendo entonces? ¡Es la democracia, estúpidos! Dan ganas de gritar ante tanta incoherencia.
Así como Elisa Carrió dijo que después de escuchar la decisión presidencial, se fue de vacaciones, al igual que Gabriela Michetti, Carlos Menem declaró ayer que “la decisión es mala porque los partidos y los dirigentes tienen que trabajar de apuro”.
Sólo el trabajo dignifica. Claro, para eso hay que querer trabajar. Algo al que no parecen muy afectos algunos políticos.
Los sectores más emblemáticos de la derecha, se opondrán al proyecto enviado por la Presidenta al Congreso. ¿Qué dirán ahora aquellos que no son de esa cofradía? Sería penoso que por desmarcarse del gobierno, cuya política de defensa de los derechos humanos constituye su columna vertebral, algunos terminen en la misma vereda de Carrió, Menem y compañía.
Qué cosa hermosa la democracia, es tan temible como generosa.
La esencia del sistema democrático está en la posibilidad que los ciudadanos se expresen libremente, eligiendo a sus representantes y plebiscitando así, el modelo de país, de provincia y de municipio, con el que se identifican. Es casi el ABC de la democracia. Por eso cuesta entender a los políticos opositores como Carrió, Macri, De Narváez y Felipe Solá, que ayer anunciaron su oposición al proyecto para adelantar las elecciones, enviado por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, fundamentado en la feroz crisis internacional que hoy padece el mundo, consecuencia del neoliberalismo que esos políticos encarnaron en la Argentina del fracaso. Conserven la calma. Se está convocando a elecciones, no a la guerra. ¿Porqué tanto temor, prejuicio y negativa?
Sin ponerse más colorado, De Narváez dijo que si y que no en un solo suspiro.
Los argumentos resultan curiosos en boca de algunos demócratas. Uno de ellos afirmó que “cuando se toman decisiones pensando en conveniencias circunstanciales, nos equivocamos” y agregó que “votar en octubre, nos acercaba a los países serios”. Otro sostuvo que “la modificación sin consenso del calendario electoral no contribuye a crear las condiciones para el dialogo” y reclamó “la unidad de la oposición”.
Y otros ven en la presunta “debilidad del oficialismo” y “el drenaje de votos y dirigentes”, el verdadero motivo del adelantamiento.
Es evidente que a los opositores les pesa la angustia de mostrarse desnudos después que el gobierno los invitó a revalidar títulos con el único método que conoce la democracia: votando. Pensamos que es de buen gobernante tomar decisiones inspiradas en las necesidades del pueblo y en las conveniencias que las circunstancias imponen. De eso se trata el arte de la gobernabilidad. ¿De qué países serios se habla? ¿De los que ocasionaron esta crisis mundial que motiva esta decisión presidencial? ¿O acaso en octubre somos serios y en junio somos risueños?
Por otra parte, el Parlamento se llama así precisamente por que es el palacio donde se parla, se habla, se dialoga y finalmente se consensúa, por mayoría, una determinada legislación. ¿Hay otro ámbito más representativo que el Congreso? El sistema de partidos tradicionales argentinos colapsó en el 2001. Las representaciones partidarias se expresan, aún en su diáspora, a través de las bancas legislativas. Todo lo demás es puro verso.
Lo que resulta poco serio es pedirle al gobierno que, además, se haga cargo de organizarle la unidad a los opositores.
Ningún gobierno sumido en una teórica debilidad, toma la iniciativa de apurar una disputa; antes bien, alarga los tiempos para reacomodar sus filas. Elemental. Por eso, es inconsistente esta argumentación de presunta debilidad. Pero además, si así fuese cierto ¿cómo no acompañar entonces una decisión pensada para robustecer el poder político perdido? Hablan de “atropello” gubernamental. Ese es un argumento claramente de las dictaduras, absolutamente refractarias y hoscas a toda manifestación de la voluntad popular. ¿No se les ocurre algo más inteligente? ¿Cómo hablar de atropello cuando los están invitando a debatir parlamentariamente entre todos?
Dicen que “no le creen nada de nada” al Gobierno, coincidiendo con los patrones rurales. ¿Y entonces? ¿No es sensato ir a elecciones para revalidar títulos y representatividades perdidas en el camino? Más aún, si así lo creen, ¿qué es lo que están discutiendo entonces? ¡Es la democracia, estúpidos! Dan ganas de gritar ante tanta incoherencia.
Así como Elisa Carrió dijo que después de escuchar la decisión presidencial, se fue de vacaciones, al igual que Gabriela Michetti, Carlos Menem declaró ayer que “la decisión es mala porque los partidos y los dirigentes tienen que trabajar de apuro”.
Sólo el trabajo dignifica. Claro, para eso hay que querer trabajar. Algo al que no parecen muy afectos algunos políticos.
Los sectores más emblemáticos de la derecha, se opondrán al proyecto enviado por la Presidenta al Congreso. ¿Qué dirán ahora aquellos que no son de esa cofradía? Sería penoso que por desmarcarse del gobierno, cuya política de defensa de los derechos humanos constituye su columna vertebral, algunos terminen en la misma vereda de Carrió, Menem y compañía.
Qué cosa hermosa la democracia, es tan temible como generosa.
(El Argentino. 17.03.09)
2 comentarios:
La verdad ud es tan patetico como toda la oposicion. Los dos ven las cosas que quieren ver, tenemos una oposicion mediocre y un gobierno indigno por mentiroso!
mgorraiz@hotmail.com
La verdad ud es tan groso que ni merece estar bancando este tipo de comentarios llenos de odio y resentimiento. Vamos a ver si después del 28 de junio se animan a mostrar tan alevosamente esos rostros de dinosaurios malparidos.
Siga así Giles, que estamos haciendo historia. Lo leo siempre .
Abrazos.
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