La Cadena
nacional de radiodifusión hoy sirve para que la verdad no sea secuestrada por
el monopolio mediático.
Suficiente
razón para su uso en una democracia que no la utiliza para anunciar el
descuento del “13 % a los trabajadores y jubilados” ni el “estado de sitio” ni
“el corralito” ni “el corralón”.
Ayer sirvió
para que la Presidenta realizara anuncios de trascendencia:
La
Argentina empezó a perforar, nuevamente, sus propios pozos de gas, a producir su
propio Euro diesel y su propia nafta Premium.
La
Argentina profunda será provista de combustibles por YPF, a lo largo y ancho
del país.
Allí donde
todo es soledad, donde el páramo sucede a los pueblos, a los bosques y los
lagos, allí estará YPF.
Como dice
el equipo conducido por Miguel Galuccio: “Donde otros no llegan, llega YPF”.
La
Presidenta anunció las nuevas y millonarias inversiones del Estado en la gran
empresa de energía recuperada para los argentinos y fue mucho más allá de los
números: transmitió la garantía de un proyecto de país sustentable donde entramos
todos y todas.
La firma del
Pacto Federal Hidrocarburífero entre el Estado nacional y las provincias,
expresa sin equívoco alguno, que sólo los argentinos son los dueños de sus
recursos.
La energía
está.
Debería alimentar
estratégicamente, además del transporte y las fábricas que se abren en esta
Argentina reindustrializada, la usina que alimente la verdad. Sí, la verdad.
Esa verdad que nos ocultan los lenguaraces y escribas del monopolio mediático.
La
Presidenta reclamó ayer una ley de ética periodística, afirmando la necesidad
de que los que editan falsas noticias, como Bonelli y otros de su misma laya,
dejen de mentir, de asustar, de hacer campaña contra la Argentina y contra los
argentinos, o al menos digan cuáles son las
ventanillas donde cobran por la “publicidad no convencional” o “chivos” o como
se llamen.
Si todos
entendemos que la Argentina “duerme con el enemigo”, revelar la verdad sería tarea
sencilla.
Pero si no
es así, si la pantalla de “TN” ametralla con mentiras a granel en cada casa, en
cada bar y en cada lugar público y encima les creemos, entonces ese enemigo
público número 1, que es la mentira, habrá ganado la batalla contra el
país profundo.
Habría que
transmitir una y otra vez el discurso presidencial de ayer.
Servirá
para seguir desnudando a los falsos profetas de la crispación. Servirá para
ponerle nombre y apellido a los agitadores profesionales.
Servirá, en
definitiva, para ser más libres.
Ningún país
se hace con tristeza y desconfianza; lo sabe el pueblo, pero también lo saben
los canallas.
Por eso
mienten, asustan y siguen sin resolver el conflicto del Subte en la Ciudad.
El Argentino, viernes 10 de agosto de 2012
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