La imagen y
la representatividad popular de la Presidenta están en lo más alto del
firmamento político.
Lo dice la
calle, más allá de cualquier encuesta. Y lo dice el cielo, que se llenó de
estrellas. Sólo hay que saber leerlas.
Están allí,
sobre nuestros techos, nuestras miradas y nuestros sueños.
No son estrellas
fugaces. Dependerá de nosotros hasta cuándo se quedan.
Julián
Assange, revelador de fantasmas, iluminador de cavernas, canillita del
ciberespacio, se colgó de una estrella para correr el eje de rotación de la
tierra.
Ya venía
sucediendo; sólo que ahora el mundo cruje.
“¡Pero
miren lo que hay acá!” dijo Julián un día y alumbró Wikileaks.
“¡Oh,
maldición, nos descubrieron!” respondieron desde los centros de poder, sus medios
monopólicos y desde la alcoba del político que vio su propia decadencia, reflejada
en un cable que lapidariamente decía:
“Macri
habló con franqueza del actual gobierno de los Kirchner. Dijo que los
argentinos estarían contentos si cayeran los Kirchner…”.
El mundo
mira la Embajada de Ecuador en Londres.
La
conciencia universal, con domicilio en la América Latina, la custodia de cerca,
mientras la anciana Europa, cuna de la civilización occidental y cristiana, cerró
sus puertas al cielo.
Dejó de a
pie su humanidad, ocupada como está en licuar sus últimos activos.
Y es
entonces que Julián dice: “La próxima vez que alguien les diga que es
inútil defender aquellos derechos que nos son tan preciados, recuérdenles su
vigilia en la oscuridad ante la embajada de Ecuador y cómo en la mañana, el sol
salió en un mundo distinto y una valiente nación latinoamericana se impuso por
la justicia”.
Hablaba de
nosotros, de la Unasur, sudacas irredentos que en plena agonía del desencanto
capitalista, soltamos las amarras de la esperanza.
Y sigue
mostrando Wikileaks la miseria de los hombres cuando están a oscuras:
“Como ya lo
ha hecho en el pasado, Macri presionó sobre el enfoque de los Estados Unidos
hacia los Kirchner, urgiendo una crítica más abierta de las medidas que
consideramos poco sabias…”
Y continúa
el cable revelado por Julián, asilado por el digno gobierno de Ecuador: “Macri
cree que hay una tendencia regional hacia la derecha…”
Preguntado
por su formación para ser presidente del país respondió: “el reparto de
entradas y el manejo del vestuario en Boca”.
Dan
vergüenza ajena los opositores, herederos de Rivadavia y Mitre.
Han perdido
el rumbo.
La
generación del Bicentenario, en cambio, conoció su camino antes que existieran las
computadoras; de cuando se guiaba por la Chakana, nuestra Cruz del Sur.
Ni Macri ni
Magneto entenderán jamás el cielo de un pueblo soberano.
Aunque
pongan un 0-800 para averiguarlo.
El Argentino, martes 21 de agosto de 2012
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