domingo, 26 de agosto de 2012

El Gaucho Rivero: un Eternauta en las Malvinas



La Argentina es la suma y la síntesis de heroicas puebladas que fueron y son constitutivas de nuestra identidad y de nuestro destino colectivo, en distintos momentos de la historia.  
Todas ellas componen un entramado con un denominador común: primero se producen las puebladas y recién después, surge la expresión política institucional que de ella se deriva.
El Éxodo Jujeño, el 17 de Octubre y el Cordobazo son puebladas que en distintos tiempos provocaron un cambio cualitativo en la situación política nacional.
La consolidación de una identidad de pueblo y patria, el alumbramiento del peronismo y la rebeldía de obreros y estudiantes contra la dictadura, son hitos de nuestra historia.     
La última pueblada fue la del 19 y 20 de diciembre de 2001. Y la resultante fue un proyecto  político que se expresó, dos años después, con el “No al ALCA” y No al FMI, que recuperó el ahorro nacional, reconstruyó con otros pueblos hermanos la unidad latinoamericana, construyó una ley de medios de la democracia y  recuperó la política como herramienta de cambio.  
Podríamos seguir, pero alcanza para entender que atrás de toda gran transformación política institucional, siempre acontece una gran pueblada.
El movimiento popular, en general y el kirchnerismo en particular, son hijos de aquel levantamiento contra el viejo país. Sin ensamblar estos momentos tan significativos, la Plaza de Mayo ensangrentada y el bastón presidencial jugando en manos de Kirchner, será imposible entender correctamente la etapa en la que estamos.
De igual modo, analizar separadamente la debilidad casi patológica de la oposición, sin cotejarla dialécticamente con la fortaleza oficial, no nos permitiría apreciar el panorama completo de la situación.
La robustez del proyecto gobernante se basa en cuatro componentes esenciales: liderazgo, gestión, proyecto político y un pueblo en movimiento.
Enfrentado a una oposición carente de esos atributos, explica con creces el actual panorama.
Los tiempos han cambiado, las consignas también.
Pero la historia, que nunca es circular, camina hacia adelante y de vez en cuando, mira hacia atrás como quien consulta una brújula.
El 26 de Agosto de 1833 Antonio “El Gaucho” Rivero comandó una revolución en las Islas Malvinas al frente de criollos y charrúas que lo acompañaban. Derrotadas las fuerzas nacionales por ausencia de sus jefes civiles y militares, Rivero se alzó, solita su alma, a arriar la bandera inglesa e izar la bandera argentina.
Duró y brilló lo que un rayo en la tormenta.  
Pero bastaron esos cinco meses, siete hasta que lo apresaron, para ejercer en Soledad, su destino de pueblada.
Rivero luchó por la soberanía, luchando contra las injusticias que se cometían. No hay lucha política sin lucha social y viceversa.
La Revolución del 25 de Mayo de 1810 y la lucha por la Independencia de un pueblo en armas, alimentaron el coraje de aquellos hombres comandados por Rivero. 
Ocultado durante más de un siglo, la Presidenta terminó de rescatarlo este viernes junto a la memoria de Dardo Cabo y el homenaje a María Cristina Verrier y los militantes que protagonizaron en 1966 la Operación Cóndor, enarbolando en Malvinas la bandera que izara hace 179 años, Antonio Florencio Rivero.
Esa bandera la creó Manuel Belgrano, el otro padre de la patria.  
Y este sí que hizo de cada batalla, una pueblada. Como lo hizo San Martín, liberando pueblos que, con sus hombres y mujeres vistiendo uniforme, calzaron armas y pelearon como lo que fueron, dignos soldados de la patria.
El genio político de Belgrano lo llevó a identificar al enemigo, con una claridad que aún perdura.
El bando escrito y difundido el 29 de abril de 1812, preparando el Éxodo del pueblo jujeño, no tiene desperdicios como hoja de ruta a la hora de entender por qué pasa lo que pasa en esta Argentina del siglo XXI.
Y para entender de dónde vienen los espacios en pugna desde entonces.
Ese pueblo se vacío aquella vez para llenarse de gloria.
De aquella gesta nacional y popular, rescatamos dos fragmentos de ese Belgrano de la patria mía, que convocan, creemos, a la reflexión de estos días que vivimos.
Ahí van:  
*“Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, os he hablado con verdad. Siguiendo con ella os manifiesto que las armas de Abascal al mando de Goyeneche se acercan a Suipacha; y lo peor es que son llamados por los desnaturalizados que viven entre vosotros y que no pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean ultrajados y volváis a la esclavitud”.
*“Que los que inspirasen desaliento estén revestidos del carácter que estuviesen serán igualmente pasados por las armas con sólo…dos testigos”.
Vale recordar que Belgrano llamaba “desnaturalizados” a los ricos hacendados y comerciantes, o sea, a la oligarquía local que negociaba sin pudor alguno con los godos que avanzaban a degüello.
“Y lo peor es que (los realistas) son llamados por los desnaturalizados que viven entre vosotros”, decía.
El segundo párrafo está dirigido contra los que “inspirasen desaliento” entre los criollos.
¿O sea que esto de tener a los enemigos viviendo en el mismo barrio, hablando el mismo idioma, vistiendo chaqueta semejante, no es de ahora solamente?
Por lo que se ve, desnaturalizados y desanimados hubo siempre.
Pena por ellos, porque criollos, también hubo y habrá, siempre.  
Los bandos están definidos desde el nacimiento de la patria. No hay tiempo ni lugar ni excusa para la confusión. Cada uno elije su destino.
Hoy, la oposición sigue asomando por derecha. La cumbrecita de Macri y De la Sota es continuidad de otras que la precedieron con otros innombrables.     
Al centro y a la izquierda del escenario están Cristina, los pibes militantes, YPF y un pueblo construyendo como puede y debe su destino soberano.  
Pero hay un actor imbatible que pone muy nerviosos y crispados a los opositores: la memoria popular.
Por ella entra el Eternauta a las escuelas y el Gaucho Rivero, vuelve a izar la bandera, allá en Malvinas.

Miradas al Sur, domingo 26 de agosto de 2012








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