Los mismos que chocaron el país hace diez años, arrojando a la calle millones de víctimas sociales, pretenden hoy aparecer como “carmelitas descalzas” ante la tragedia ferroviaria de la estación Once.
Sin embargo, la indignación por el impudor que demuestran estos lenguaraces del monopolio, los presuntos “intelectuales” del viejo poder y los oportunistas de la vieja política, no debería impedirnos hacer un análisis objetivo del país donde se produjo esta desgracia que nos enluta a todos.
Está claro que los poderosos intereses que intentan voltear este modelo de desarrollo económico con inclusión social, ven en cada suceso, sea bueno o trágico, una posibilidad de producir una grieta, una fuga, una oportunidad para desgastar y quebrar la marcha del proyecto iniciado en el 2003 por Néstor Kirchner y continuado por Cristina.
Por eso hay que llenar la mochila de verdades, que son los únicos argumentos que disponen los pueblos.
Empecemos ya, para que nadie se confunda.
¿En qué país chocó el tren de la tragedia? ¿Acaso en un país que se cae a pedazos, que sufre un corralito con sus ahorros, que expulsa a la clase media y a los trabajadores, que abandona a su niñez y su juventud, que baja el presupuesto educativo?
Pongamos las cosas en su justo lugar.
Este tren no es la metáfora de la nueva Argentina, sino su desperfecto, su tornillo suelto, su accidente fatal, su imperfección, su inmenso dolor.
Este tren es la ausencia de sintonía fina en el sistema de transporte.
Las víctimas de esta tragedia eran el subsuelo de la patria, sublevado, cuando la agenda pública la escribían los que hoy se rasgan las vestiduras con el choque en el andén.
Pero esos trabajadores y los miles de ciudadanos que viajan todos los días a su lugar de trabajo ya no son el subsuelo, sino la piel misma de esta patria que recuperamos los argentinos en los últimos años.
Y la agenda la escribe el gobierno que los representa; porque fueron ellos, los trabajadores, los que así lo decidieron y plebiscitaron el 23 de octubre pasado.
No hay que dejarse encerrar en el cuarto asfixiante donde pretenden meternos los cipayos que argumentan que las Malvinas no son argentinas.
Este modelo seguramente corregirá, sacará, pondrá, cambiará lo que sea necesario cuando la Presidenta elegida por el voto popular lo decida, no cuando lo pidan los desvergonzados de TN, Clarín o La Nación.
La desocupación cayó a su nivel más bajo de los últimos 20 años: el 6, 7%.
Y miren que coincidencia: el dato se conoció mientras se informaba que la Eurozona seguirá en recesión.
De ese infierno venimos los argentinos y a ese infierno y a esta tragedia, los argentinos les presentamos querella.
El Argentino, viernes 24 de febrero de 2012
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