martes, 14 de febrero de 2012

El compañero Sean Penn


El tipo se da tiempo para todo.

Es un actor de maravillas, escribe guiones como los dioses, milita en causas humanitarias, se pelea con los poderosos, destroza todas las caretas, se abraza con Fidel, con Chávez, con Mandela y con Cristina, ayer.

Se llama Sean Penn, pero parece el flaco langa de la barra de la esquina.

“Por sobre todo es un buen tipo”, dicen los que lo conocen.

Se angustia y trabaja por la desgarrada Haití a la que ama tanto.

Ayer se solidarizó con nuestra causa soberana de Malvinas y condenó el colonialismo.

Cuando habla, tiene el acento de sus personajes.

En Río Místico soltó aquella frase de: “Enterramos nuestros pecados, lavamos nuestras conciencias”.

En “21 gramos” dijo: “¿Cuántas vidas vivimos?, ¿cuántas veces morimos? Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de la muerte, todos. ¿Cuánto cabe en 21 gramos?, 21 gramos el peso de 5 monedas de 5 centavos, el peso de un colibrí, de una chocolatina. ¿Cuánto pesan 21 gramos?”.

O aquella otra: “El mundo giró para juntarnos el uno al otro, giró sobre sí mismo y dentro de nosotros, hasta que por fin nos juntó en este hermoso sueño”.

“El tiempo saca todas las cosas a la luz”, dijo en “Todos los hombres del rey”.

Hay una película suya en la que no actuó, pero fue su director, guionista y productor: “Hacia caminos salvajes”, se llamó.

Allí el guionista Sean Penn hace decir a su actor: “La felicidad solo es real cuando se comparte”.

Quedémonos aquí, por favor.

La Presidenta, luego de reunirse con Sean Penn, presidió el acto donde se entregaron nuevos Créditos del Bicentenario para favorecer la producción y el trabajo de los argentinos, inauguró por teleconferencia un plan de viviendas en Río Negro, una ampliación de la empresa Ferrum y la entrega de maquinaria agrícola para pequeños productores rurales del sur-este bonaerense.

María, la vecina de Cipolletti, acompañada de sus cinco hijos mostraba su casa a la Presidenta con ese orgullo que sólo tiene la gente de pueblo.

Tanto me costó, tanto lo agradezco, tanto lo valoro, tanto lo defenderé.

Es la razón pura de los humildes.

“Aquí pondré un sillón, acá una mesa para almorzar y cenar con dignidad ahora que podemos hacerlo y acá, en esta pared del living, un cuadro bien grande de Néstor Kirchner, el presidente que nos devolvió la fe, igual que usted Presidenta”.

María no conoce a Sean, pero dicen lo mismo de la felicidad.

¿Quién se cree con derecho a tirarle piedras a esta esperanza?

“Me gusta esta Argentina real, les pido que la valoremos y cuidemos”, pidió ayer Cristina.

Quizás pensaba en todas las Marías a las que aún le faltan casas.

¿Acaso hay otro camino, que no sea este, para sumar ladrillos?

El Argentino, martes 14 de febrero de 2012

No hay comentarios: