“Estamos comenzando la construcción de la nueva Argentina”, dijo Néstor Kirchner.
Y Paraná fue una fiesta.
“Confiamos en la Corte, pero estemos atentos” pidió luego ante la visita que Héctor Magnetto, de Clarín, hiciera a algunos cortesanos en el marco de la pronta resolución judicial sobre la Ley de Medios de la democracia.
Confiar, pero sin bajar los brazos.
Los miles de trabajadores presentes respondían con sus consignas cada afirmación.
Más allá de los discursos, cargados de buenos presagios y compromisos, la nota relevante es la sólida unidad entre la CGT, el Peronismo y los diversos sectores políticos y sociales que conforman el Frente para Victoria.
Es relevante porque en esa unidad está el arco social más amplio y representativo al que pueda aspirar un gobierno de la democracia.
De aquí en más, será inimaginable un proceso político sin la participación decidida de los trabajadores.
Sin ellos, seguramente estarían los sectores que configuran la antípoda de los intereses del pueblo y la nación.
No existe el vacío en política. Ni el punto muerto. Ni el plano horizontal.
Todo se llena. Todo es un proceso en constante movimiento. Todo se alarga, se hunde, se corporiza de mil formas distintas.
Y está claro que a este proyecto político lo llenan los humildes de toda condición social.
Había mucho para celebrar en este Primero de Mayo; principalmente el camino de ascenso de los trabajadores.
Sigue subiendo el nivel de empleo. Sube el consumo interno. Sube la matrícula escolar de los hijos de los trabajadores. Sube la producción y el trabajo. Suben los salarios en el marco de Paritarias libres como no las hubo jamás. Sube el poder adquisitivo. Sube la movilidad en los haberes de los jubilados.
Es lícito pensar distinto a los que hoy gobiernan, debatir y enojarse por las cosas que aún faltan concretar. Pero es apenas un ejercicio de honestidad reconocer la dirección de los vientos que sigue este gobierno.
Si los trabajadores acompañan activamente a la Presidenta y vivaron ayer a Néstor Kirchner, es porque en la piel de su experiencia histórica quedó inconcluso el listado de conquistas sociales que alguna vez lograron con Perón y Eva Perón. Y saben que ese relato de justicia social ha vuelto a escribirse. Con otros desafíos, otras limitaciones, otras melodías, otras formas, otros liderazgos, otros tiempos históricos, pero el mismo relato, al fin y al cabo.
Se sumaron al festejo de ayer, las noticias sobre el fallo judicial contra Julio Judas Cobos y la inminente Cumbre de la UNASUR.
El monopolio del grupo Clarín está que arde. Nada le sale bien últimamente.
Montaron una escena televisiva usando nuevamente, tristemente, obscenamente, a los hijos adoptados (¿apropiados?) de la dueña del grupo y…zás!
Saltó la liebre y se descubrió que fue todo armado por una consultora contratada por el grupo.
Los sospechosos de siempre pegaron afiches anónimos, los ricos y famosos fueron al Parlamento a gritar “socorro, me están nombrando en un afiche” y todo les vino como anillo al dedo para que rápidamente salieran a escrachar a las Madres de la Plaza por el acto político que realizaron para dar su juicio ético contra los medios y los periodistas que fueron cómplices de la dictadura.
¿Cómo? ¿Los defensores fundamentalistas de la libertad de expresión niegan esa libertad justamente a las Madres? ¿Los que bombardean a diario contra la Ley de Medios, que es la madre de todas las expresiones, son los que acusan de autoritario al gobierno que impulsó la Ley?
Ojala ningún legislador del campo popular se deje correr con la vaina.
¿Por qué deberían pedir disculpas aquellos que siempre fueron injuriados y ninguneados por el monopolio? ¿No es esa elite la que debería disculparse alguna vez por las injurias cometidas contra todo lo que huela a pueblo?
La Presidenta habló el viernes en la Esma y puso las cosas nuevamente en su lugar: la libertad es libre. Y es para todos igual, sentenció.
O sea.
La libertad es un día domingo, como el de hoy.
Jorge Giles, El Argentino, 2 de mayo de 2010
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