lunes, 24 de mayo de 2010

LA PATRIA QUE BELGRANO NOS LEGÓ

La Batalla cultural se define mañana, 25 de Mayo.

Pero los millones de argentinos que participan desde el 21 en el Paseo del Bicentenario, están adelantando que los patriotas ya la ganaron por amplio margen.

Si el Centenario se bailó en los salones pitucos de la Sociedad Rural, el Bicentenario será recordado con el pueblo en las calles y en el Paseo a cielo abierto y los músicos populares poniéndole belleza a las voces de la América Latina.

Para que el festejo sea completo, faltaría una carpa donde se exhiba la crispada oposición mediática, con sus discursos, con las editoriales de Clarín y medios asociados al monopolio, con sus odios de clase, sus espías y sus prontuarios.

Serían menos atractivos y simpáticos, pero más excéntricos que los dinosaurios que desfilaron el sábado.

Cuando Pablo Milanés cantó “y en una hermosa Plaza liberada me detendré a llorar por los ausentes”, sabíamos que le cantaba al pueblo de Salvador Allende, pero también a los argentinos.

Por eso la ovación y los dedos en V y la emoción a flor de piel en la multitud.

La Patria volvió a nacer. Siempre está naciendo; pero cada doscientos años, además, pega un estirón y crece hasta tocar el cielo.

¿Cuántos son en el Paseo? ¿Medio millón a las 20 hs? ¿Un millón a las 21,30 hs? ¿Un millón y medio a las 23 hs?

No siempre alcanza con decir que está la Patria. Hay que mostrarla en las calles cuando es preciso hacerlo.

Cuando Belgrano supo que se le venía el enemigo encima, allá en el norte, ordenó el éxodo y pidió a su pueblo: “Os he hablado con la verdad. Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al Ejército a mi mando, si como aseguráis queréis ser libres”

Interpelaba a su pueblo porque sólo creía en su pueblo. Detestaba al oligarca que acomodaba a su suerte personal, la de sus paisanos.

El revoltijo en el alma sigue y aumenta con las horas.

El 24 de Mayo de 1810 los patriotas iban de casa en casa, de esquina en esquina.

Castelli y Belgrano contagiaban su entusiasmo.

Ellos son “Nosotros”, para siempre. Escúchenlos:

“Cisneros y sus cómplices se resisten a entregar el mando del Cabildo. Avisen a todos que hay que estar en la Plaza de la Victoria. French y Berutti estarán allí dando las instrucciones. Pondremos sobre nuestros pechos una cinta roja además de la blanca que ya traíamos para que sepan que nada ni nadie podrá parar la Revolución popular”.

Los negros, los mestizos, los blancos, los morochos de la historia hicieron la patriada.

Cisneros y el esclavista Martínez de Hoz que lo apoyaba, habrán gritado al saber que esa gentuza se metía al Cabildo: “¡Esto es un escándalo!”

La Patria se merece una nueva historia oficial. Ya es hora que la escriban con Jauretche, Scalabrini, Ugarte, Fermín Chávez, Hernández Arregui, el Pepe Rosas, Galasso y los próceres de la revolución.

Para que aprendamos desde el jardín por qué en nuestro ADN argentino, primero están los genes de la revolución social y democrática y luego la independencia.

Primero fue el pueblo, luego la nación.

Nos robaron la historia durante un siglo. Pintaron a Belgrano como un santo de la bandera y nada más. Pero ese revolucionario es el que sostuvo con la vida: “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse y todo su empeño en conseguir, no sólo darles forma, sino aún atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”

“…Nada sabían más que su comercio monopolista, a saber: comprar por cuatro para vender con toda seguridad a ocho. Mi ánimo se abatió y conocí que nada se haría a favor de las provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían el del común. Sin embargo, ya que por las obligaciones de mi empleo podía hablar y escribir sobre tan útiles materias, me propuse echar las semillas que algún día fuesen capaces de dar sus frutos”

Y aquí están los frutos, Don Manuel. En el pueblo que agita sus banderas mientras construye la Patria que Usted soñó.


Jorge Giles. El Argentino, 24 de mayo de 2010
http://www.elargentino.com/Content.aspx?Id=92098

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