domingo, 23 de mayo de 2010

EN EL PASEO DE LA PATRIA


El llanto emocionado de la Presidenta abrió el Paseo del Bicentenario.
La Patria daba el presente y nadie quería faltar. Estaban todos los que tenían que estar. Ausentes o presentes, estaban allí.
Con la música de los setenta, con Lito Nebbia, Fito Paez y León Gieco, la vida celebraba su victoria una vez más.
Copani, el cantor de los pueblos, brillaba en la multitud.
Desde un costado de la “9 de Julio”, más ancha que nunca, una mujer humilde pintada en canas me sonríe y me dice: “Yo sabía que un día íbamos a volver”
Por el carril central desfilaban los Granaderos a Caballo de San Martín, el Regimiento de Patricios, los Gauchos de Güemes, el Ejército Popular de José Gervasio Artigas. Todos los soldados de la Patria. Los de antes y los de ahora.
Y la mujer miraba, aplaudía y lloraba de emoción.
“¡Viva la Patria, carajo!” me salió gritar. Y ella gritó conmigo.
Sucede pocas veces en la historia de los pueblos.
Y cuando ello ocurre, no hay tiempo que perder ni dudas que ofrecer. Hay que salir al galope a encontrarse con la historia; es decir, encontrarse con uno mismo.
Es lo que viene ocurriendo desde el viernes en el Paseo del Bicentenario y en todas las Plazas y Paseos que a lo largo de la Patria celebran los doscientos años.
Uno camina provincia por provincia y siente ese orgullo de pertenecer a una Nación que le zapatea un malambo en el centro del alma y se desborda en risas y abrazos con todos los que pasan por el mismo lugar.
Pero, ay mi almita, cuando se llega hasta la Carpa mayor de las Madres de la Plaza.
La veo a Hebe aliviando la fiebre de su hijo y su hijo tiene el rostro dolido de Castelli y de Paco Urondo y de todos los hijos y los padres primeros de la Revolución de Mayo.
Sucede pocas veces esta emoción colectiva, masiva, explosiva, alegre, llorosa, alegre siempre.
Dicen que las revoluciones se hacen con muchas y fundamentadas razones, pero si no está la pasión, no hay revolución posible.
Es lo que está sucediendo en los días que corren.
El Centenario de los Martínez de Hoz, Videla y Massera ha quedado atrás. La historia quiso sentarlos en el banquillo de la justicia y allí deberán rendir cuentas ante la verdad y la memoria.
Los ciudadanos presentes en el Paseo del Bicentenario son una metáfora viva de esta Argentina de la Victoria.
Hay abuelos de la Resistencia. Hay padres de los años setenta. Hay hijos de antes, durante y después de la dictadura. Es la Patria en su reencuentro final y definitivo.
Conmueven las mujeres con sus hijos. Conmueven nuestros queridos viejos. Conmueve el aire que se respira.
Es la Patria que llevamos adentro y que esta vez canta con San Martín: “Seamos libres y lo demás no importa nada”
Dijimos antes que esta Argentina de hoy se parece mucho más a lo que fuimos en 1810 que a 1910.
Con sus conquistas sociales. Con asignaturas pendientes. Con dolores y heridas. Con errores y virtudes. Pero la Patria sabe que reencontró la huella cuando Néstor Kirchner descolgó los cuadros de los genocidas y Cristina decidió la Asignatura Universal por Hijo.
Afuera el mundo tiembla. Está de incendio. Está cambiando, aunque no todos sepan lo que sucede.
El conquistador, conquista agrediendo. Y luego cae en el olvido.
El conquistado, se defiende desde el cadalso. Y vive para siempre en la memoria de los pueblos.
Allí desfilan Moreno y Belgrano junto a Castelli, Monteagudo y San Martín.
Al frente va Tupac Amaru. Y todos los pueblos originarios.
Y los cabecitas negras vuelven a mojar las patas en la Plaza. Y los inmigrantes bajan de los barcos y siembran todo lo que somos en este siglo 21.
Pasan las colectividades y las provincianías. Todo sabe a Fiesta de la Patria.
A chamamé, chacarera y milonga surera. No falta nadie.
Una bandera que no termina nunca, abraza a todos. Y miles de pibes parecen acunarla en un regazo de pibes.
Miro hacia arriba y compruebo que era cierto:
Evita nos tira un beso y otro y otro. Y los treinta mil se sacuden el barro y las algas y los peces y nos abrazan y nos abrazan y nos abrazan.


Jorge Giles. El Argentino, 23 de mayo de 2010
http://www.elargentino.com/nota-92023-En-el-Paseo-de-la-Patria.html

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