domingo, 29 de noviembre de 2009
LAS CALLES DEL PUEBLO, SEGÚN NÉSTOR KIRCHNER
El último mensaje de Néstor Kirchner, en el marco del Seminario de Políticas Públicas, “El proyecto nacional en el Bicentenario”, sirvió para entender y actualizar el pensamiento político del flamante diputado.
Durante la exposición que brindó ante militantes políticos, sectores sociales que participaron en la construcción de la nueva Ley de Medios, del espacio Carta Abierta, dirigentes sindicales y artistas populares, el ex Presidente desplegó un abanico conceptual tan amplio como necesario para abordar la coyuntura y el largo plazo.
El valor de la militancia fue la primera idea que puso de manifiesto.
El rescate de las mejores tradiciones populares, de la vocación de cambio, el entusiasmo y la mística para protagonizar las decisiones más trascendentes del proyecto gobernante, fueron el puntapié inicial.
Efectuó un llamado a tener conciencia de lo que considera fundamental como articulación en esta etapa, sintetizado en la necesidad de organizar la voluntad política en idea, para organizar la idea en un concepto de acumulación de poder y organizar a su vez este eslabón en el instrumento transformador que definitivamente permita cambiar la Argentina, librando la batalla cultural y política con la fuerza suficiente para profundizar el cambio y al mismo tiempo, evitar cualquier retroceso.
Señaló que lo más grave que viene pasando es la condena que ejercen los factores de poder monopólicos contra los aciertos del proyecto nacional que gobierna desde el 25 de Mayo del 2003 a la fecha.
No perdonan la política de Derechos Humanos y los efectos inmediatos de esa política de Estado, afirmó, empezando por aquel acto donde se descolgaron los cuadros de los genocidas en los Institutos militares hasta la derogación de las leyes de la impunidad, obediencia debida y punto final, así como la anulación definitiva de los indultos a los acusados por delitos de lesa humanidad.
Tampoco se perdona que Argentina haya renegociado la deuda externa y se haya liberado del yugo que imponía el FMI, y mucho menos que haya sido Kirchner con otros presidentes latinoamericanos de igual orientación, los que finalmente sepultaron en Mar del Plata el sueño imperial del ALCA que quiso imponer George Bush.
El regreso de las Paritarias y el pleno ejercicio de las Convenciones colectivas de Trabajo, formaron parte de una gestión que marchó y marcha decididamente hacia la inclusión social, con una caída vertical de la desocupación, la creación de 5 millones de puestos de trabajo y la Asignación Universal por hijo que provocará un descenso pronunciado de la pobreza y la casi extinción de la indigencia.
El proyecto de país fue integrado al proyecto de una América latina soberana y con políticas de desarrollo, económico y social, inclusivo.
En este sentido, Kirchner identificó la etapa que atravesamos con las gestas de nuestros próceres patrios, entre los que destacó a Bolivar, San Martín, O’Higigins, Artigas, entre otros. Señaló la importancia de seguir construyendo ese espacio unido en la diversidad, a sabiendas que, afirmó, “el capital concentrado necesita poderes políticos débiles, por que cuando se construye un poder político fuerte, ese capital debe democratizar, al menos, sus acciones”.
Esta nueva situación en el país y el continente, generaron el reagrupamiento de la derecha neoliberal más reaccionaria, heredera de aquella derecha que encarnó el golpe de 1976 y que tuviera su punto máximo en la oprobiosa década de los años noventa con el menemismo.
En este tramo de su reflexión, Kirchner celebró la decisión trascendente y estratégica de la Presidenta de resguardar desde el Estado el ahorro de los trabajadores, recuperando la administración de los fondos jubilatorios y poniéndole fin a las AFJP.
Dedicó unas palabras a los ex funcionarios que, o por excesivamente “tiempistas” o por estar comprometidos de alguna forma con el sistema, le aconsejaban no tomar esa medida cuando él fue Presidente.
Esta decisión, propia de una estadista, dijo, será central para los tiempos por venir, y agregó que constituye el inicio de un circuito virtuoso donde la misma plata de los trabajadores y la rentabilidad financiera que produce, se invierten para promover la producción, el crecimiento económico, la inversión pública y más trabajo para los argentinos.
La nueva Ley de Comunicación mereció un largo capítulo donde subrayó la participación y el acompañamiento de amplios sectores del pueblo argentino como artífices principales de este salto histórico. Con esta ley, afirmó, se consolida la democracia y se vence esa cultura de la resignación que muchos sectores políticos sostenían, convencidos que nadie podría resistir cuatro tapas adversas de los monopolios mediáticos.
Enumeró detalladamente el estado de la economía y sus inmejorables perspectivas para el próximo año, sin dejar de advertir sobre las acechanzas del neoliberalismo en toda la región. Hay que profundizar el actual modelo, pero con mucha racionalidad, inteligencia y creatividad, sostuvo.
Hizo un llamado a mantener y acrecentar la iniciativa del campo nacional y popular, recuperando el sentido épico de la construcción de la historia y puso en valor la imprescindible unidad de todos los sectores que se identifican con el proyecto, sin sectarismos, con amplitud, con generosidad y sin mezquindades.
Desde este propósito político, desdeñó el mote de “kirchnerismo” con el que algunos medios intentan achicar los márgenes de un frente nacional, popular y progresista a construir.
Advirtió finalmente, que los momentos de mayor “crispación” provocados por la derecha se corresponden con los juicios a los genocidas y en consecuencia, habría que estar muy atentos a la hora del inminente juicio a los máximos responsables de la ESMA.
La tarea central del espacio político, reafirmó, es organizar, formar y sumar todas las fuerzas necesarias para defender el gobierno de Cristina.
Sea en el Parlamento o en las calles del pueblo, finalizó Kirchner.
Jorge Giles. Miradas al Sur. 29.11.09
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