domingo, 29 de noviembre de 2009

EL DÍA QUE LOS PUEBLOS FIRMARON LA PAZ

Hoy es un domingo muy movidito para esta región de América latina.
Se vota en el Uruguay por la continuidad y profundización del modelo de país sostenido por el Frente Amplio con la candidatura del Pepe Mujica o por el modelo conservador que expresa un viejo amigo de los conservadores argentinos, Luis Lacalle.
Y se vota en Honduras, contra la democracia.
Aunque suene contradictorio, es así nomás. Con el Presidente constitucional Manuel Zelaya desplazado del gobierno por un golpe cívico militar y actualmente alojado en la Embajada de Brasil en su país, la dictadura logró finalmente su objetivo con la cooperación manifiesta de los EE.UU. y la desaprobación de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos.
Del otro lado del océano, la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, encabeza la delegación argentina que visitó al Papa Benedicto XVI con motivo de la celebración del acuerdo que permitió evitar una confrontación bélica entre los pueblos hermanos de Chile y Argentina.
Un día como hoy, hace 25 años, la Argentina y Chile firmaron el Tratado de Paz y Amistad, que alejó para siempre el peligro de una guerra entre nuestros pueblos hermanos.
Con sólo imaginar los costos que hubiese corrido la región de haberse instalado la violencia estimulada por las dictaduras de Videla y Pinochet, la espalda de nuestra historia sudamericana sufre un escozor difícil de soportar.
“Hubiese sido una tragedia irreparable”, dijo la Presidenta.
Algunas reflexiones para acompañar el domingo.
Nos alegramos por partida doble con el tramo del camino que hoy recorrerán nuestros hermanos uruguayos.
Porque vivirán el ejercicio pleno de la democracia y porque todo indica que el triunfo de Mujica estará asegurado para cuando caiga la tarde sobre la Banda Oriental.
Si así sucede, Artigas podrá sonreír desde algún lugar del cosmos junto a Liber Seregni, Alfredo Zitarrosa y Mario Benedetti, entre tantos ilustres uruguayos identificados con las mismas banderas del cambio y la justicia social para ese hermoso pueblo.
Nos entristecemos con lo que pueda ocurrir con Honduras, por que si finalmente se instala un gobierno surgido de esta elección amañada, dará paso a un período de empobrecimiento del sistema democrático, donde la doctrina de los golpes preventivos contra nuestras democracias estará a la orden del día.
La presencia de Cristina en el Vaticano también nos alegra por partida doble. Por que se apuesta a la construcción de una paz duradera en la región, asentada por los recientes acuerdos firmados con la Presidenta Michelle Bachelet en Maipú y por que la composición de la delegación argentina es una muestra de la unidad nacional deseable en todo tiempo y lugar cuando de defender el interés nacional y las políticas de estado se trata.
Hay una épica de la guerra y una épica de la paz. Hay una épica del cambio y una del atraso. Hay una épica de la unidad popular y una del bullicio divisionista.
Seguimos creyendo que la única épica valida es la que favorece los intereses del pueblo y la nación. La que transforma la realidad en favor de las necesidades de las mayorías populares.
La decisión presidencial de otorgar la Asignación Universal por Hijo ¿no es una medida épica?
La decisión de defender desde el Estado el trabajo de los argentinos, promoviendo un Plan que dará empleo a cientos de miles de compatriotas ¿no es una épica para todos los trabajadores que recuperan su lugar en el mundo?
En este domingo previo al recambio del Parlamento, sería muy edificante que los ciudadanos, más allá de sus banderías partidarias, comprendamos que este modelo de país en curso, esta América latina en marcha, se defiende y profundiza con la unidad de todas las voluntades progresistas.
Mucho más cuando la derecha, por ejemplo, amenazó a Estela de Carlotto.
El ministro de Justicia, Julio Alak, afirmó que el Gobierno no retrocederá un centímetro en el juicio y castigo a los genocidas.
Sólo la memoria y la unidad de los que se parecen, garantiza el Nunca más.

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