La rebeldía del desarrollo con inclusión social, hoy gobierna el país de los argentinos.
Los pobres, los negros y los pueblos originarios que defiende Cristina, esa chusma, esa patria sublevada, no se acostumbran a la exclusión, al atraso, a la injusticia, a la desmemoria.
Es una rebeldía productiva que transita con mesura los caminos de la paz.
No es la que anida en los subterráneos de la desesperanza.
La desmesura al mango, es la costumbre de las minorías. Siempre lo fue.
Si no le conceden todo lo que exigen, los patrones rurales amenazan con cortar las rutas y desabastecer de nuevo.
Si no le otorgan la papeleta de inscripción gremial, aprietan cortando el paso de los subterráneos, que es el transporte diario de más de un millón de trabajadores, estudiantes y profesionales.
Si no le dan lo que pedían, a cortar la Panamericana que por ahí vienen todos por igual.
Si no le satisfacen el deseo de tener la manija completa del plan de las cooperativas de trabajo, cortan la Avenida 9 de Julio y a otra cosa mariposa.
En todos lados se cuecen habas, dice el viejo refrán.
Pero en los tiempos que corren hay que estar atentos porque en algún lugar se cuecen habas venenosas. En esas cocinas cuentan con personal estable dispuesto a actuar y dirigir el rol que le corresponde a cada uno en cada ocasión.
Los conductores de la fantasía televisada seguirán haciendo de las suyas y actuarán sin ponerse colorados.
No es comprensible que le sirvan de extras, aquellos que también se autoproclaman rebeldes.
Tenga mucho cuidado cuando vuelva a su casa y encienda el televisor.
Si lo encuentran desprevenido y con la guardia baja, se emocionará al escucharlos orando en nombre de los pobres y reclamando al mismo tiempo, mano dura contra ellos.
Como si le dijeran, qué te voy a cobrar. Te alabo por un lado y te mato por el otro.
"Que así no se puede vivir. Que esto es un caos total"
Los mismos conductores televisivos que en épocas del menemismo entretenían la audiencia a pura carcajada burlona, ahora derraman lágrimas por las huestes de pobres que en aquel entonces eran eyectados al desamparo social.
"La culpa de todo la tiene Gobierno", dicen a menudo.
¿Y si fuese cierto? ¿No habría que reconsiderar el rumbo de este proceso?
Por ejemplo, el gobierno podría recibir en audiencia a los ricos y famosos que reclaman pena de muerte y pedirles la receta que proponen, preguntarles qué técnica letal usarían, qué programa especial le dedicarían. Ahí está. Cadena nacional como pide la señora de los almuerzos para que todo el mundo sepa que en este país se acabó la joda. En vivo y en directo, transmitiendo un baile del caño, pero un caño fulminante.
¿O no es eso lo que están pidiendo?
Mientras tanto, la consigna que dispararon a todas las repetidoras es "hay que mostrar caos todo el tiempo, hay que fumigar contra la esperanza, que nadie valore nada que venga del Gobierno, que todo sea culpa de Kirchner"
No hay que creerles nada ni perder la templanza.
Hay democracia. Hay un gobierno convencido en defender los intereses populares. Hay un modelo de país en desarrollo. Hay decisión de profundizarlo, con más trabajo, más inclusión social, más salud, más educación.
Ese es el motivo de la crispación de las minorías. Buscan por todos los medios que el reloj de la historia retroceda al menos treinta años.
Si el gobierno no avanzara en buscar el pleno empleo, estimular la organización popular, la democratización de los medios de comunicación, las jubilaciones dignas, este país no estaría crispado, como acostumbran decir los que aman al pobre cuando está solito arriba del escenario, llorando penas, como dijo Cristina ayer, o brindando un espectáculo televisivo para deleite del señor que mira con un wisky en la mano desde el living de su casa.
Pasa que se cansaron de andar solitos y ahora están juntitos y un poco más organizados.
Nadie debe temer. La vida es bella cuando entramos todos.
Jorge Giles. El Argentino 6/11/09
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