Sucedió ayer finalmente. Fue tanta la hipocresía sufrida durante décadas, que iniciar la limpieza del Riachuelo parecía ya un imposible. Con el retiro del último barco hundido de esas aguas barrosas, sucias y contaminadas, se inicia una fase decisiva para la recuperación de la cuenca fluvial más importante de Buenos Aires. En apenas cuatro años se retiraron los 56 barcos hundidos. De ellos, 31 los retiró el gobierno a través de la Prefectura y la Secretaría de Ambiente de la Nación y los otros 25 fueron retirados por los propietarios de las embarcaciones. Si no se hizo antes, no fue sólo por la desidia de funcionarios de antiguos gobiernos, sino también por impedimentos de la propia justicia, como se afirmó ayer. Es toda una metáfora argentina: Vamos dejando atrás un país de barcos hundidos, mientras reconstruimos el país de los astilleros. Si se piensa que el total de lo recaudado por la venta de las chatarras extraídas de 11 buques ya fue donado a dos hospitales de niños, la metáfora se vuelve una bella realidad. Junto a esta decisión, el Secretario de Ambiente, Juan José Mussi, informó que ya son 92 las empresas que dejaron de verter al Riachuelo sus deshechos. La ministra Nilda Garré presidió el acto de remoción final, reafirmando la voluntad del gobierno nacional de recuperar un Riachuelo limpio y sano para todos los vecinos. Siguiendo con los barcos, ayer también se supo que la Aduana multó con 3 millones de pesos a barcos extranjeros que no habían declarado la carga de combustibles y químicos que transportaban. Y también que otros 143 trabajadores rurales fueron rescatados del trabajo esclavo al que eran sometidos en empresas privadas radicadas en La Rioja. Los hacían dormir en contenedores oxidados, esos malditos empresarios y capataces que aún creen que seguimos hundidos en el barro del viejo país, como los barcos del Riachuelo. Este país es el país del futuro, aunque la oposición mediática y los patrones “negreros” tiren para atrás. Lo demuestra permanentemente, en acciones de gobierno, la Presidenta de los argentinos. Ayer debía inaugurar una planta de fabricación de computadoras y en simultáneo la escuela técnica de Zarate, especializada en energía nuclear; de ese establecimiento público saldrán los profesionales que requieren Atucha I y Atucha II. Pero un cuadro de hipotensión la obligó a un reposo médico. Nos vamos. Es una pena que ya no esté Neruda para buscar entre los naufragios algún mascarón de proa que pueda engalanar su casa en Isla Negra. Al poeta no se le podría negar esa musa inspiradora. Ahora quedamos nosotros y nuestras circunstancias. Eso sí: La Argentina ya no es un barco hundido.
El Argentino, miércoles 13 de abril de 2011
2 comentarios:
Demasiado grandilocuente. Sus intenciones son buenas, pero su exceso de relato épico en cada uno de sus escritos me hace compararlo -aunque esté en el lado opuesto políticamente- con otro profesional de la épica: Julio Bazán, el movilero del monopolio.
O como dijo un amigo "el único capaz de relatar una peregrinación a Luján como si fuera la guerra de Vietnam".
FC
Compañero, comparto emociones, y le dejo un link para que investigue el tema: ¿QUÉ HACER CON EL RIACHUELO?
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