martes, 12 de abril de 2011

Es tiempo de victorias



La carrera hacia octubre está lanzada. Los dos modelos de país en pugna desde hace doscientos años, desarrollan sus primeras maniobras en el campo electoral. Tres elecciones provinciales, Catamarca, Chubut y Salta, empiezan a dar el pulso de una nación que va en busca de su destino. En términos políticos electorales, el Kirchnerismo ganó en las tres. Porque más allá del resultado final de ese bochorno que fueron los comicios en Chubut, es innegable que también allí la que alumbró más alto es la presidenta de la nación. Cristina consolida su liderazgo y acrecienta, incluso, el caudal de simpatías que despierta su nombre en amplias capas sociales de la población. Pero nótese el siguiente detalle, inédito en la historia política contemporánea: Mientras Cristina parece no tener techo en su crecimiento, la oposición no termina de tocar fondo en su descrédito social. O sea: unos crecen para arriba y otros “crecen” para abajo. Perón decía, en una excesiva muestra de modestia: “no es que nosotros hayamos sido muy buenos, sino que los que vinieron después fueron muy malos”. Pero en esta ocasión, habría que afirmar lo contrario: no es que la oposición sea muy mala, sino que el gobierno nacional es muy bueno. En las tres elecciones provinciales ganó Cristina; no hay análisis político que niegue que fue ella la que traccionó los votos de los candidatos locales del peronismo kirchnerista. Como contra prueba, todas las variantes opositoras que compitieron en nombre del antikirchnerismo, los candidatos de Macri, Duhalde, De Narváez, Pino Solanas, Carrió o los radicales, perdieron como en la guerra. Ante semejante cuadro de situación ¿qué hacen los opositores y los medios corporativos que los apadrinan?: ¡Se vuelven locos! No se puede conceptualizar de otro modo, locura, a la negación de la realidad que ejercitan desde las tapas de Clarín, La Nación y demás socios. En verdad, les duele que Urtubey haya dedicado el triunfo a Cristina y reafirmado que trabajará para su reelección presidencial. Y les duele que Urtubey haya homenajeado al Gobernador Miguel Ragone, el único mandatario provincial desaparecido por la última dictadura cívico-militar de la que muchos lenguaraces de la corporación formaron parte. El poder económico y monopólico buscaba que el oficialismo termine siendo un club de fundamentalistas “K”. Y volvieron a equivocarse. No pudieron fracturar al movimiento nacional y no se bancan que el kirchnerismo sea un frente complejo, heterogéneo, ancho, profundo, policlasista, multisectorial, donde caben todos los que apuestan a un país más justo, inclusivo, saludable, bello y alegre. Pobrecitos. No saben lo que se pierden.


El Argentino, martes 12 de abril de 2011

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