jueves, 28 de abril de 2011

Que no caiga en saco roto

Ayer, la memoria popular no dejó caer en saco roto los ejemplos de vida de Néstor Kirchner, de Héctor Oesterheld, ni de los trabajadores que pusieron el cuero en aquel primer paro contra la dictadura el 27 de abril de 1979.
Todos fueron reivindicados en distintos actos llenos de emoción y orgullo, dejando en claro que el proyecto nacional y popular, además de demostrarse eficiente para gobernar, tiene mística y convicciones.
También ayer, después de anunciar el envío al Congreso del proyecto de ley sobra la protección del dominio de las tierras rurales, la Presidenta expresó: “Me desvela que este inmenso esfuerzo colectivo y personal, y hasta familiar, no caiga en saco roto”.
Ahí está la clave para entender este tiempo.
Porque esa frase esconde en su interior, como si fuese una capa de pintura semioculta, el delgado pasaje por el que debemos transitar todos los argentinos el próximo 23 de octubre.
Ese día de elecciones generales no se votará por un candidato más o menos seductor. Se votará por un modelo de país.
Por eso el “que no caiga en saco roto” todo lo que construimos como pueblo en estos 8 años, será necesariamente la próxima gesta colectiva que nos espera como sociedad.
Porque es la sociedad la que define su propio porvenir. No es un partido ni una corporación ni un gobierno los que construyen a su sólo antojo el futuro de todos.
Para ello, es condición indispensable impedir la sensación de “naturalización” de los logros sociales conseguidos desde el 25 de Mayo de 2003 hasta la fecha, desde aquel Presidente Kirchner que se engrandece con el tiempo, hasta esta Presidenta que todos los días da sobradas muestras de sus convicciones y de la claridad de rumbo y objetivos.
Las cosas que le pasan a una sociedad no suceden porque está en la “naturaleza” de las cosas. Suceden porque en sus gobernantes hay valentía o cobardía, hay certezas o incertidumbres, hay unidad en pensamiento y acción o hay dispersión de fuerzas, hay identidad de nación o hay colonización cultural.
O mandan las corporaciones o manda la democracia. Esas son las disyuntivas.
Es una trampa mediática la que incita a creer que todo nos viene “naturalmente” de “arriba”, por el “viento de cola o de frente” y que “el país crece por las condiciones del planeta” y otras mentiras semejantes que, como diría Jauretche, actualizado hoy por Aníbal Fernández, son puras zonceras.
El país seguirá creciendo porque hay un modelo de país que nos hace crecer; de lo contrario, chau modelo, chau crecimiento, chau país.
El saco roto, entonces, es la oposición al gobierno y al desarrollo inclusivo de los argentinos.
Pero esta vez perdieron: la memoria popular es la mejor costurera.


El Argentino, jueves 28 de abril de 2011

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